EN LO PROFUNDO DE SÍ
- estradasilvaj
- 8 jun 2022
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La filosofía ha sido uno de mis estudios en la juventud, que me condujeron a comprender el mundo y el pensamiento humano de diversas maneras. Quizás, ella expandió mi mente y proveyó de la capacidad de entender muchas otras ideas y ciencias.
En mi idealismo, siempre me han acompañado muchas dudas sobre lo que creo, oigo y leo. Me pasa lo del apóstol Tomás.
Los que se dedican a la prédica, a la enseñanza, al estudio y escritura, a la catequesis y evangelización, a la propagación del Evangelio... a la paz, el bien y la justicia, tenemos hoy, precisamente, en nuestros tiempos del ahora y del aquí, una enorme responsabilidad sobre la fecundidad de la fe cristiana.
Los centros de estudio, formación y enseñanza de la fe cristiana tienen que redimensionar su manera de cómo cada creyente o convertido pueda vivir con excelencia su fe. Porque son tiempos de duras pruebas en todo sentido. Tiempos de grandes engaños, de nuevos paradigmas, de silencios y miedos, de ruidos y modas balbucientes. Tiempos en que nuestros niños y adolescentes no saben casi nada de Dios, de Jesucristo, de su Madre y del Propósito de Dios en este mundo.
Sin embargo, he aprendido y enseñado a los más pequeños, que hay dentro de cada ser humano una luz, una voz, una semilla, una llamada, que a su tiempo descubrirán y deberán estar atentos a seguirla.
Porque, la fe la recibimos como un don precioso, como una voz que nos anuncia a Jesucristo. Ciertamente, "muchos son los llamados y pocos los escogidos", a pesar que las necesidades del mundo siempre son insaciables.
Es por ello, que debemos ser solícitos y perseverantes en la oración. ¿Cuántos de nosotros sabemos orar? ¿Cuántos de nuestros niños rezan el Padrenuestro? ¿Cuántas veces damos gracias a Dios por los alimentos, el trabajo, la salud, la familia...?
Vivimos angustiados cada día por nuestra salud y de la familia. Es natural. Pero, entonces, ¿de qué nos sirve nuestra fe, nuestra confianza en el Señor? El Señor ha puesto su campamento entre nosotros.
Yo tengo muchos sueños cuando logro dormir, y casi siempre los recuerdo. Siento que mi cerebro no descansa lo suficiente. Mi padre, me miraba y me decía: "Jorge, descansa, no pienses tanto. Vive". Yo, le respondía: "Papá, ya tendré tiempo suficiente para descansar mientras vivo".
Cuando ya ha caído la tarde y anochece, al degustar el Breviario, recitar los Salmos y releer los Evangelios y las Cartas Apostólicas, mi corazón se inquieta; vienen a mi mente muchos recuerdos, imágenes, rostros, nombres, peticiones... Tantas personas que han acudido a mí, y a veces, no he podido ayudar.
Solo... me abandono a la misericordia de Dios, y sé que mi oración, mi pobre plegaria, será escuchada por el Padre lleno de amor.
Por eso te digo sinceramente, que todos llevamos en lo profundo de sí, el fermento de ese barro que una vez Dios tomó del Edén y sopló su aliento. Ese Espíritu que nos abre nuestros ojos y oídos, que aviva la llama en nuestro corazón siempre inquieto por Él.



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