EN LA CUMBRE DEL MUNDO

Y fui llevado a lo más alto y desde allí divisé a los habitantes del tierra.

Grité a los vientos, y mi voz se fue encaminada entre ecos más allá de borde de la luz:

"Mortales, avivad pronto, despertad, pues como dormidos en la ciénaga tus pies arrastran la vida.

Mira a lo alto y quita de tus ojos las vendas del engaño y la mentira. En las calles y ciudades como enemigos os matais, y de sangre se tiñe la tierra a la que volverás.

Mira a lo lejos, pues ciegos vais llevando consigo jóvenes y viejos, abrazando banderas e himnos, empuñando fuego y el arma homicida que será tu medida y tu condena.

Hasta cuándo utilizarás mi nombre y mi cruz para sembrar de cizaña y hedor mi Creación; hasta cuando comprarás a mis enviados y matareis a mis sacerdotes?

De ateos e impíos están llenos los templos y las plazas, de falsos profetas e indignos seguidores se apropian las calles La prensa, medios y redes sociales alimentan el fraude y soborno; cometen crimen al matar a mis pequeños e inocentes.

Ay de todos ellos, pues mi ira los aplacará sin piedad, pues yo me gozo con el justo quien dice verdad y camina en mis Mandamientos.

Acude a mí mientras pueda ser hallado, háblame mientras pueda ser escuchado.

Dónde está el hombre de puro corazón; dónde está el hombre que formé con mis manos e infundí mi Espíritu? Acaso no te hice a imagen mía y compartí mi poder contigo?

Arrancaré de tu corazón la raíz del mal y llenaré tus venas de la sangre del Enviado. Clavaré tu nombre en las estrellas lejanas, porque quien gobierna soy yo, tu Dios, el único".

Y las lunas y soles rindieron honor, y gloria sus Ángeles y Mártires.

El hijo de mujer no vio a su Señor hasta haber limpiado su alma, pues su cuerpo corrupto mugía de infame dolor y sangre de hermano.

"Gloria a Dios en los cielos. Bendito el que viene en su Nombre", cantaban los Elegidos.