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EL VIEJO Y EL AUTOBÚS

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 may
  • 2 Min. de lectura

Al regresar a casa después de los Oficios religiosos, abordé un autobús y al pagar el pasaje, lo recibió un señor, quizás, unos diez años mayor que yo. Conducía el autobús.

Junto a mí se sentó un hombre con su esposa, de la misma edad que la que ahora tengo. Mucho más jóvenes que el conductor. Conversamos con cierto asomo de la agilidad y serenidad que el conductor manejaba el autobús, y de muchos hombres mayores que trabajan como él siendo vigilantes en empresas y negocios particulares. Hombres que debieran estar descansando tranquilos en sus hogares y disfrutando los pocos días que restan de vida. Sin embargo, a diferencia de muchos otros que vemos en casas y calles desalentados, abandonados, enfermos, recogiendo lo que encuentran en los botaderos, luchan por mantenerse a flote.

Al recorrer las calles me daba cuenta que muchos adolescentes y jóvenes se ahogan en el sexo, drogas y sin hacer nada para superarse por sí mismos. También, hay quienes tienen un nivel de conciencia y madurez que han emprendido un camino de autosuperación y responsabilidad mayor, y aunque quizás, comentan errores como todos, aprenden y continúan hacia adelante.

Reflexionaba entonces, acerca de esa imagen del viejo y el autobús. Y me preguntaba a mí mismo si era suficiente lo que hacía para que muchos de esos adolescentes y jóvenes pudieran cambiar la ruta de su vida. Uno, no puede solo. Seguro estoy, que los cimientos en la niñez y adolescencia que aprendemos en el hogar y escuela no son suficientes, pero si son bueno, y firmes, pueden ayudarnos mucho más adelante. Los valores humanos, la responsabilidad, el respeto, la honestidad, la decencia... Ayudan en mucho en la vida.

Comprendí que ese viejo es cada uno, el autobús la manera de cómo conducimos nuestra vida por ese trayecto que recorremos. Unos deciden hacerlo corto, otros largo. Pero, corto o largo, si es bueno, valió la pena recorrerlo.

No basta llegar a viejo, ni tampoco disfrutar de los placeres cuando joven o muchacho. Lo que somos es lo que importa, y si vivimos siendo un boleto seguro para que otros puedan abordar ese autobús con la confianza que llegarán a sus casas; valió la pena abordarlo.

Ayer noche, conversaba con una preciosa adolescente, que ella como todas, buscan como vivir con intensidad su edad. Le explicaba acerca de la relatividad del tiempo y la vida, de la interconexión de todos los seres y de lo que no vemos a simple vista. Me comentaba acerca de una película de ficción que están proyectando en los cines, y de las grandes dudas y enigmas que a lo largo de siglos el ser humano ha tratado de dar respuesta y explicarlas. Todavía, no tenemos respuesta a todo.

En este largo o corto atardecer del día, vivamos no sólo con intensidad, sino con la plena conciencia de que la vida es un viaje siempre nuevo y hermoso, que nos sorprende y aprendemos, en el que podemos hacer mucho bien a otros que no lo están. Es el servicio, como este viejo conductor, que nos brinda la seguridad de llegar a salvo a nuestro destino. ¡Bendito conductor!, ¡viejo, querido viejo!

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