EL TRIGO AL GRANERO, LA CIZAÑA AL FUEGO
- estradasilvaj
- 8 jun 2022
- 3 Min. de lectura
"...mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. " (Mateo 13:24-30)
Es muy posible que algunos de nosotros haya sufrido una traición o defraudación en su vida, ya en la familia, en la vida profesional, en la vida ordinaria e incluso en la vida espiritual. No digamos en la política o en el matrimonio.
Es angustiante vivir dentro de un sistema político (régimen) que confabula noche y día para generar maldad en el corazón de la gente. Lo veo a diario.
Pero hoy me ocurrió algo que refleja que el corazón y la mente humana puede estar dentro de un sistema inicuo, pero resguardar el respeto a la vida humana, incluso portando un uniforme armado y sujeto a la obediencia hacia sus jefes.
No ha sido la primera vez. El tráfico de vehículos era interminable y nadie me cedía el paso, pues venía acompañado de varios niños. Cuando entonces un agente de policía detuvo a los conductores y pudimos pasar la avenida atestada de carros y buses. Le agradecimos el gesto y vi en su rostro, en su ojos lo que adentro llevaba esa persona uniformada.
Eso nos dio pie a que los niños y yo reflexionáramos sobre lo sucedido dentro de un contexto social que todos vivimos diario.
He aquí algunas de nuestras reflexiones:
1. El uniforme no hace al hombre y a la mujer malos o buenos. Fácilmente discriminamos y hasta criminalizamos, aunque hayamos sufrido en carne propia dolor y sufrimiento, y toda clase de inhumanas barbaridades a todas luces evidentes y condenables.
Cada persona es capaz de elegir entre obrar bien o mal. La obediencia jurada a un cargo civil que está dirigida a la protección y cuido de la vida humana es opuesta a la irracionalidad de una orden político contraria a su naturaleza que busca el orden y el bien para todos sin distingo.
2. Todo ser humano está llamado al bien, pero hay quienes han decidido ser parte de la enemistad y romper su relación con Dios y cometen las peores formas de maldad llegando hasta el homicidio. Ese es el enemigo que de noche siembra cizaña (miedo, terror, persecución, infamia, tortura... muerte) en el trigo (la gente común, la familia, la iglesia, el trabajo... los amigos, los más humildes).
A pesar de todo ello y de reclamar nuestros derechos y de luchar por los valores sociales y humanos, incluso, de libertad y respeto a la práctica de nuestra fe, la iniquidad de un sistema socio político aberrante y enemigo de la vida humana, don sagrado para Dios está destinado a ser arrancado del raíz y quemado como hierba mala.
A su tiempo, todo hombre y mujer dará cuenta aquí de sus malos actos, porque él y ella en todo momento han sido capaz y conscientes de ellos. Romper con el mal es una decisión, un paso sumamente decisivo y vital para la persona y la familia.
3. Ser capaces de perdonar, a pesar del dolor y la furia. Una sociedad no puede sobrevivir a sí misma y dar un salto a un destino afincado en la humanidad si no se reconcilia y busca caminos de respeto y fraternidad. Es un desafío grandioso porque hay individuos, grupos y mafias que por el poder, la ambición y el amor al dinero hacen lo peor y lo más despreciable para perdurar fuera de todo marco legal y legítimo.
Es irreconciliable el odio y el amor. No se puede ser cristiano odiando, siendo parte de un régimen homicida e idólatra.
Jesús siguiendo con la parábola, nos dice:
"...Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero'." (Mateo 13:27-30)
Una niña me preguntó entonces: "Qué debemos hacer nosotros?" El más pequeño de los niños, poniéndose de pie respondió:
"Amar sin miedo. Porque si Dios es amor, nosotros siendo sus hijos no deberíamos odiar y hacer maldad a los otros. Seríamos mentirosos".
Había respondido como el Apóstol san Juan en su primera Epístola.
Esa tarde fue maravillosa. Dios nos había acompañado con su divina presencia. El buen trigo fue llevado al granero del Padre.
No olvidaré el rostro y familia de ese agente policial y a cuantos son como él.



Comentarios