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EL TIEMPO CORRE

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 8 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

El año presente se encamina muy rápidamente hacia su final, dejando atrás una estela nada agradable. Aún así, las esperanzas no terminan.

Me he encontrado con unos jóvenes con los que he conversado acerca de sus planes, de cómo éstos se perdieron y de la confianza que les abriga en no perderlos nuevamente.

Me ha encantado cómo una de mis niñas ha concluido un curso de belleza; ella está aprendiendo que lo que hace es porque es bella por dentro. Pienso que a muchos les falta eso: descubrir lo bello y grande que son por dentro. En breves días también, terminará sus estudios de secundaria y ya está haciendo planes para la Universidad. Así como ella, las demás niñas se han contagiado al verla y se han entusiasmado en superarse.

El coloquio con los jóvenes fue muy agradable porque encontré en ellos confianza en sí mismos, decisión, talento y visión.

Retomé mi lectura de una novela del escritor Morris West que la leo dos veces al año, me encanta. Hay una frase al inicio de la obra que dice;

"¿Quién sabe si el mundo no terminará está noche?" (Robert Browning. Nuestra última cabalgata)

Parece una sentencia terrible cuando todos, casi todos, hemos atravesado una vorágine.

No quiero escribir sobre todo lo malo que nos ha pasado o nos sigue ocurriendo. Hace unos minutos una amiga me escribió diciendo que lleva al hospital a su hijo y que orara por él. También, he recibido varios mensajes de personas que no conozco y me han pedido que ore por ellas y sus familiares.

Hay siempre esperanzas de un mundo mejor.

Soy honrado en decirles que le dicho a Dios varias cosas que tal vez no le haya gustado, pero él las sabía antes que salieran de mi boca. Sobre todo, porque la injusticia y el egoísmo humano es tan malo y tan degradante.

Estoy por terminar de leer la Encíclica "Laudato si" del Papa Francisco, y me gustaría citar el párrafo #179:

"... se puede generar una mayor responsabilidad, un fuerte sentido comunitario, una especial capacidad de cuidado y una creatividad más generosa, un entrañable amor a la propia tierra, así como se piensa en lo que se deja a los hijos y a los nietos".

Porque, todos estos meses pasados hemos tenido la oportunidad de cambiar nuestro sistema de vida: en la familia, en lo local, en lo nacional, en lo mundial. Y... ¿qué ha ocurrido? Muy poco. Da la impresión que todo sigue igual. Y no debería ser de esta manera.

Muy poco sabemos de los buenos cambios y prácticas que se han hecho. De cómo las familias son mejores; de cómo las naciones son más solidarias entre sí... Sin embargo, todavía persiste una enorme desinformación y las mentiras están al día en las redes sociales. Los "memes" encubren las verdades.

Me gustaría entonces animarles en lo siguiente:

1. El mundo no acabará mañana. Por tanto, continuemos trabajando para que sea mejor, aunque la política y la economía nos quieran encauzar hacia vías erróneas y dramáticas situaciones.

2. Reforcemos nuestra vida espiritual. O sea, esos valores y ese espíritu que nos dice desde adentro que el bien y la generosidad son pilares fundamentales para la convivencia de todos.

3. Que nos esforcemos en ser más emprendedores y creativos, que no despreciemos a los demás, a las jóvenes generaciones, a los que necesitan una oportunidad.

4. No abandonemos a nuestros ancianos, no los veamos como quienes son los transmisores de un mal. Es todo lo contrario. Sin ellos, no estaríamos usted, ni yo.

5. No abandonemos nuestra fe en Dios y en aquello que nos hace llamarnos "cristianos". Aún, cuando pareciera que todo indicara un persecución declarada a lo religioso.

6. Apoyemos a nuestros jóvenes, son nuestro relevo. Confiemos en ellos, infundamos valores humanos y religiosos honestamente, sin privilegios ni falsedades, sin mitos y engaños.

7. Cuidemos a nuestros niños de la tecnología que les arrebata su capacidad de pensar por sí mismos y de comprender el mundo y a los demás con respeto, solidaridad, amor y justicia.

El tiempo se va, en el pasado; en un presente donde todo se quiere fácil y rápido. No es así. Todo requiere tiempo, porque la vida es un camino donde cosechamos lo que sembramos.

 
 
 

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