EL MUNDO SE DETUVO, PERO EN REALIDAD NO
- estradasilvaj
- 30 oct 2022
- 2 Min. de lectura
La gente se necesita mutuamente. Los niños necesitan de sus padres, los esposos de su amor y fidelidad, de su apoyo en momentos buenos y malos; el maestro de sus alumnos, los clérigos y pastores de su grey, el empresario de los trabajadores, el finquero de los obreros, el banquero de su clientes, el vendedor del comprador... Y así, unos de otros.
Incluso aquel que está lejos o abandonado en las calles. Es más, son ellos, los marginados, los despreciados, los que no sabemos sin han comido un trozo de pan, o han dormido sin padecer frío o sufren alguna enfermedad.
He preguntado por varios ancianos que no he visto ya desde algunas semanas. Me han dicho que han fallecido.
Así como hay muchos que están enfermos, hay quienes sanan. Unos fallecen, muchos otros nacen. Otros se separan y más allá vemos que unos pocos contraen matrimonio.
Todos los días me encuentro con hombres y mujeres que no tienen trabajo, y hacen lo que encuentran. Si hay que cambiar el techo de una casa, ahí están; si hay que vender, leche agría o buñuelos, ahí van con su carretón; si se les necesita en el mercado por un día o tres, corren; si tienen que hacer lo mismo todos los días, lo hacen, bajo lluvia o bajo sol.
¿Qué ha ocurrido bajo el techo de los hogares? Nunca había recibido tantas solicitudes de oración como este año. Me han llenado el corazón y la mente de tantos nombres y rostros llenos de tristeza y dolor, pero también de esperanzas y fe, de alegría y gozo.
Me han hecho más fuerte, y sé que todo pasa. Que la tormenta siempre estará, pero permaneceremos firmes.
El mundo no se detuvo. Necesita avanzar y abrir nuevas rutas, los viejos rostros envejecen y serán suplantados por nuevos. Qué importante es dedicarnos a las generaciones jóvenes, a su educación y preparación sólida. Porque en ellas va los hijos, nietos y bisnietos... El linaje.
Necesitamos un mundo profundamente hermano, fraterno, justo y respetuoso de la vida y de las ideas.
Por eso, el camino que veo más cercano a ese mundo es el que nos mostró Jesús en los Evangelios, y no debemos de olvidarnos aunque no podamos ir al templo. Leer la Biblia, meditarla, compartirla con otros; imaginarnos los acontecimientos que los Evangelistas y Apóstoles nos narran en sus libros es extraordinario.
En este perenne crecimiento en la fe de un mundo como Dios lo ha pensado, les animo cada día ha construirlo. En lo pequeño y en lo grande, en lo olvidado y despreciado; en el sufriente y sonriente.




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