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EL MENDIGO DE LA MISERICORDIA

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

Resulta que me topé con un misionero amigo, tenía años de no saber de él. Un religioso con mucho carisma y hasta diría con más bendiciones que las mías en sus obras. Quedé impresionado de su trabajo misionero en varios países y de la conversión de tantas personas a Cristo, de cómo sus vidas mejoraron de calidad frente a la pobreza, el hambre y el desempleo, entre otros males.

Le pedí su consejo porque humildemente reconocí que mis esfuerzos quedaban insuficientes, y su rica experiencia me podrían ayudar en mucho. Sé bien que soy un empleado de Dios y su Voluntad está por encima de todo.

Me saldría muy extenso escribir todo lo que me dijo con alegría en su rostro. Les compartiré tres reflexiones que me gustaron mucho.

ERES UN ENVIADO, no un embajador o cónsul honorario. Recordé cuando Jesús envió a sus Apóstoles en su Nombre y les dio poder, y a muchos otros también. (Lucas 10)

Las personas son amadas por Dios, y nuestra misión es acompañarlas junto a ellas en la edificación de la vida cristiana. No como quien llega brindar promesas, vender casas o regalar como suyo lo ajeno. No soy un empleado de gobierno u Organización social o benéfica. Soy un enviado por la Iglesia, un simple jornalero de la viña del Señor.

Así que, los cristianos y católicos más aún, tenemos una tarea pendiente: ser misioneros del Evangelio, del Reino de Dios.

ERES UN TESTIGO, no un periodista ni un levanta estudios o encuestas sociales. Testigo de la verdad, de la justicia, del amor salvífico y la vida eterna en Cristo.

Por ello, no podemos quedarnos callados ni indiferentes frente a tantos males en el mundo. Es desde nuestro corazón convertido a Cristo, que iniciamos los cambios hacia un mundo como Dios lo desea.

Testigos de una vida más plena y de un caminar como Iglesia, no como quien hace un partido, se hace su bandera y prédica tiempos sombríos o quimeras.

ERES UN INOPORTUNO. Sí, es muy cierto. Hasta a veces caes mal o pesado porque tocas la puerta y no eres bien recibido, o no te responden simplemente. Te ignoran.

Recordé las recomendaciones que Jesús les dio a los Apóstoles al llegar a una casa: "Cuando entren en la casa de alguien, primero digan: La paz de Dios sea sobre esta casa”. (Lucas 10, 5), y hay quienes despreciando nos aceptan esa paz. Y dijo Jesús entonces: "Si los que viven en la casa son gente de paz, la bendición permanecerá; si no lo son, la bendición regresará a ustedes". (Lucas 10, 6)

Prefiero ser inoportuno como aquel hombre que recurre a su amigo en busca de ayuda y golpea la puerta, hasta que cansado el amigo de tanta molestia le concede la ayuda. (Lucas 11: 5-8)

Me considero un mendigo de la misericordia, y como creo en la Misericordia de Dios, también confío en la misericordia de sus hijos e hijas -por su prójimo- que me abrirán la puerta de su corazón.

Dios los bendiga ahora y siempre!

 
 
 

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