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EL MANGUITO ROTADOR

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 23 oct 2022
  • 3 Min. de lectura

Llevo ya más de siete días con un dolor en un tendón del hombro derecho que se llama "manguito rotador". ¡Qué doloroso!

Recuerdo cuando enseñaba Ciencias Naturales y veíamos Esqueleto y Músculos, me deleitaba leyendo sobre su funcionamiento y les enseñaba a los jóvenes tan interesante información. En la universidad me apasionaba la Biología y dedicaba mucho tiempo de lectura. Hasta hace poco guardaba un trabajo sobre la Célula que al catedrático le gustó. Ese año mi puntaje fue de ¡100!

He ido al hospital para ver lo del dolor en el hombro y la atención no me gustó. Me dieron Keterolaco y Metocarbamol, analgésicos. Poco me han ayudado a pesar de una inyección. Un amigo me comentó que también él padeció de lo mismo y que el ortopeda, poco ayudó. Me doy masajes, me aplico cremas, hielo y paciencia.

He tenido que emplear el brazo izquierdo, enseñarle lo que acostumbro hacer con el derecho. El ritmo de mi actividad la he disminuido y evito el esfuerzo en el brazo lastimado. Todo esto unido a una serie de complicaciones, me han obligado a meditar. Así que me retiré a un lugar y fui visitar a Quien tiene las respuestas y oré por un largo tiempo sin hablar mucho.

Siempre habrá situaciones y hechos inexplicables, que nos obligarán a guardar paciencia y silencio. Les comparto lo que ocurrió:

Era una tarde soleada, muy soleada, silenciosa. Estaba solo frente a Él. Sólo escuchaba mi respiración. Cerré los ojos, y me dejé llevar por mi espíritu. Mis palabras se hicieron pensamientos y viajaron a un lugar que no sabría como describir. Era tan plácido, lleno de luces.

La sensación más grande era la paz, una paz que todo lo llenaba. Allí terminaba todo y empezaba un nuevo estado, como un comienzo sin límites.

Las imágenes llegaron a mi mente como sombras, no oscuras, sino vivas, luminosas. No sabría decir si eran seres, pero tan solo me sentía acompañado. Fue una sensación fortalecedora.

Aquello no sé por cuanto tiempo ocurrió, tal vez, fue un minuto o más. El canto de un ave que se detuvo en la rama de un árbol me regreso al tiempo.

Ese éxtasis fue maravilloso. Dije entonces:

Oh Señor, te doy gracias por tu presencia y por la paz que has dejado en mí. Venía tan lleno de angustias y problemas... Tan arrastrado por el mundo en que vivo. El dolor ha invadido mi alma y mi cuerpo. He visto demasiado dolor y sufrimiento, y te pido perdón por no confiar en tu misericordia. Hay muchos que sufren de diversa manera y no puedo ocultarlo. Mis manos no me dan abasto y me he confiado en la generosidad. Menos, a tu Providencia, a tu Amor siempre vivo. Hoy me abandono a Ti, porque no puedo más. Tengo la alacena vacía, la cuenta sin un centavo... Todo se ha puesto tan difícil e inaccesible. Qué tan pobre soy, Señor, qué tan miserable soy! Sabes bien que no te pido nada para mí y que soy el último en probar bocado. Tú lo sabes bien todo lo que hago y ocurre en mi vida, en la obra. Mira, mi rebaño es pequeño, pero es hermoso y lleno de alegría. Tú sabes bien cómo te amamos y cuánto luchamos por mantener la barca sobre las aguas. Muchos se han ido muy lejos y no sabemos nada de ellos. Nos angustia y da tristeza, pero nos confiamos a tu poder y a tu amor por nosotros. A veces, nos sentimos solos, desamparados. Perdónanos por no agarrarnos fuerte a tu mano de Padre. No permitas, Señor, que desfallezca en el intento. A veces, caigo, pero tan sólo veo a tus pequeños, lucho por salvarlos. No permitas, Señor, que la tentación nos venza. Aleja de nosotros los peligros, los males, las persecuciones, el hambre, el cansancio, el miedo, la enfermedad... Aleja de nuestro corazón todo aquello que nos impida tenerte a Ti. Porque, Tú eres, nuestro todo. No nos queda nada. Tan solo te pido, por aquellos que nos aman y nos ayudan. No te olvides de ellos, pues no los olvidamos. Tan solo te pido, que tu Luz sea mi luz en las oscuridades de los días. Me abandono a tu amor, como me abandono al sueño. Sabes que te amamos, no alejes tu Rostro de nosotros.

Y así, salí de aquel lugar santo, con la plena confianza que no hay día igual ni parecido. Mañana será un día para Dios.

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