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EL INCRÉDULO

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 3 may
  • 2 Min. de lectura

Yo también he dudado, no he creído.. Y dudo cuando veo en el rostro y en las palabras de las personas falsedad, cinismo y cierta incredulidad.

La comunicación y el diálogo se han convertido en fueros mediáticos. Medias verdades o graves mentiras.

Cómo entonces confiar en la palabra del otro? Cómo creer en la certeza de la promesa?

En el libro de los Hechos (5:28), el apóstol Pedro nos dice : "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres". Y Jesús dice en Juan (6,20): "Soy yo, no temáis", cuando en la oscuridad de la noche se acercó a la barca y los Apóstoles sintieron miedo al verle venir sobre el mar.

A la luz de estas dos citas quiero indicar lo siguiente:

1. El sentimiento de duda no es malo, es un acto reflexivo de la conciencia humana frente a un hecho no reconocido como real o verdadero.

Sin embargo, provocar o incitar a la duda sí es algo negativo, porque va en contra de la sana conciencia y la razón positiva.

Cuando los hombres manipulan y alteran los hechos y la veracidad de los acontecimientos, es importante entonces reflexionar sobre lo que nos aconseja el apóstol Pedro. Hay que anteponer la verdad divina por encima del juicio humano.

Es decir, una ley o acto de una autoridad humana no merece reconocimiento ni obediencia si es injusta y contraria a la dignidad humana. Porque la ley divina es justicia y verdad.

2. No se puede dialogar bajo mentiras y engaños. Allí ha ocurrido un embuste y el que ha quebrantado la palabra dada, queda al desnudo su fraude y torpeza.

Importante es, por lo tanto, que quienes hayan sido ofendidos por tan semejante y vulgar superchería exijan mayores sanciones y desprecio de la burla y cinismo.

3. La honestidad en el hablar es esencial, más cuando se habla en representación de otros quienes han depositado su confianza. El palabrero alarga la sesión para no llegar a acuerdos, o en ceder a medias. No es posible hablar con deshonestos y tramposos.

4. Quien anda en malos tratos y caminos teme a la oscuridad. La oscuridad aunque es su refugio, teme a quien llega a descubrirle.

Jesús es luz para quienes caminan en silencio y a oscuras. No hay que temer si eres una persona de bien y que no engaña, no huye, no esconde.

No es bueno que una sociedad se convierta en una incrédula. Hay tantos falsos profetas, embusteros, farsantes y compradores de conciencia... Una sociedad debe ser ante todo libre. Porque la libertad tiende a la verdad y al bien de todos. Es de recta moral y valores.

Sigamos entonces al llamado que Dios nos hace a través de nuestra conciencia interior y de nuestros rectos pensamientos.

Quien teme, o tiene miedo es porque está en la oscura noche del engaño y la mentira.

Busque a Jesús, y cambie su vida antes que llegue a la orilla, al otro lado.

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