EL DON DE PROSPERAR

Doy gracias a Dios por la generosidad de amigos y bienhechores que en diciembre nos apoyaron con alegría, sacrificio y bondad. También, por aquellos que me expresaron su buena voluntad. He empezado el año con el regalo de una bolsa de leche y una donación para los niños. Estoy muy alegre, porque Dios siempre está ahí presente.

Lo que más me ha dado alegría y dado gracias a Dios, es por los milagros que voy reconociendo: amigos enfermos que sanan, los esposos se reencuentran, hermanos que se abrazan, niños que son amados por sus padres; el perdido es hallado, el encarcelado es libre, el desnudo es vestido, el hambriento come y el pecador se arrepiente.

Dios ha colocado una lumbrera en la cima de la montaña para que no quedemos a oscuras, y nuestros sentimientos abrigados en nuestros corazones, queden expuestos.

El que da sin mirar y pesar, próspera en abundancia. No es una dádiva pérdida y escondida, es una dote hermosa y bella. Pues Dios, que ve y escucha en lo secreto, recompensa. Como a la viuda, al que renuncia a sus bienes, al que protege y sana como el Samaritano, como a la Llena de Gracia que guarda todo en su corazón.

Sé que Jesús verdaderamente ha nacido.