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EL DESIERTO COMO CAMINO DE PURIFICACIÓN

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 16 mar 2023

Todo cristiano tiene su propio desierto a lo largo de su crecimiento en la fe. (Lucas 4:1-13)

Hay quienes se pierden en la travesía, pues las pruebas y dificultades lo vencen.

Ciertamente no es un desierto donde las voces se pierden en el vacío.

Vivimos sin distingo pruebas duras en las familias, en el corazón de la sociedad misma, en nuestras escala de valores y en la fe hacia un Dios que nos habla de manera distinta a cada uno

Es en este desierto donde las esperanzas se mezclan con las arenas turbias y hostiles, donde el dolor se consume bajo las llamas del sol ardiente de la violencia y el odio... el camino se hace cansado y agotador, hasta poner a prueba máxima el temple de nuestra voluntad y de nuestra fe.

La tentación del PODER ha arrebatado con furia la vida de inocentes y embestido a los más valientes hombres y mujeres, enjaulado como si fueran un peligro letal a quienes protestaban por su justicia y libertad.

La tentación del RIQUEZA ha sometido bajo hambre a miles dejándolos en calle sin empleo, sin empresa, sin ahorros, sumiendo a los más pobres sin pan y en abandono.

La tentación de la LUJURIA ha arrastrado a la infidelidad. Ciegos, ignorantes, pusilánimes, sedientos de pecado se aferran a lo pasajero. Así, transitan sus almas aprisionadas en la oscuridad fría del desierto.

Quienes resistan hasta el final sobrevivirán a su enemigo, pero aquellos que se han ocupado de engañar, oprimir, asesinar, torturar y hacer negocio con el mal, no verán la luz. Quedarán bajo las arenas del hostil desierto por toda una eternidad.

Para los cristianos verdaderos, no los de labios para afuera, ni aquellos que beben y comen con el malvado y opresor, o que reciben paga a cambio de sus impúdicos corazones, el desierto es un camino de PURIFICACIÓN.

Nos enfrentamos quizás con las mayores pruebas y ponemos al desnudo nuestras creencias.

En el contexto humano que vivimos, en la realidad social que nos vemos sometidos y en la búsqueda de una salida a este desierto cruel hacia una territorio libre, solo Dios salva.

De camino tendremos que superar las tres dunas más elevadas para llegar a mar abierto, a zona segura. Las tres tentaciones que aprisionan el alma humana y alejan de Dios mismo: el poder, la riqueza y la lujuria.

La oración asidua, el ayuno y la generosidad serán nuestros recursos que debemos llevar consigo en la alforja. Ni pan, ni vino, ni agua.

Atravesar el desierto es purificar nuestra vida, nuestro hoy y mañana. Despojarla de vicios y maldades. Es sudar y quemarnos bajo el sol de Dios para revestirnos de nuevo. Es llegar con los labios rotos y casi sin fuerzas a la fuente de agua viva. Es ir dejando nuestras vestiduras rotas, manchadas y mal olientes para sumergirnos en las aguas limpias de Dios.

"Señor, Dios de nuestros padres, que nos sacaste de Egipto, que rompiste nuestras cadenas de la esclavitud del opresor y tirano, que curaste nuestras heridas y escuchaste nuestro clamor, a pesar de nuestras infidelidades y traiciones. Ten piedad de nosotros.

En mi bolsillo llevaré un poco de arena para recordar que nada soy sin tu misericordia. Pues no hay Dios alguno fuera de ti.

Señor, no permitas que caiga en ninguna tentación y que mi corazón esté siempre dispuesto y generoso para con aquellos que arrepentidos vuelvan la mirada a tu Cruz.

Purifícame, limpia mi delito. Rompe mis cadenas y aleja de mí, al hombre malvado. Que su nombre nunca sea leído y su prole se acabe por siempre.

Bendito sea el Señor, Dios de nuestros padres que nos libera con mano fuerte. Amén."

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