EL CONFESIONARIO DESOLADO
- estradasilvaj
- 8 jun 2022
- 1 Min. de lectura
Habían transcurrido varios lustros y empezaba a preguntarse porqué seguía en el mismo lugar.
Clérigos y Obispos habían pasado y la iglesia muy bonita y arreglada, llena de fiestas y alegrías. Pero el confesionario, muy solitario veía las almas pasar arrastrando sus cadenas.
Sucedió que llegaron tiempos difíciles, extremadamente complicados. Pocos confesores había en el pueblo, pues la gente se había olvidado de la conciencia y el pecado no era más que un espejismo moral. La tristeza había sobrecojido la fe.
Se apareció un misionero, de esos que creen en la misericordia divina. Muy cansado de caminar, entró a la iglesia del pueblo y se quedó dormido en el confesionario.
Resulta que al despertar, vio que a ambos lados habían dos largas filas llena de personas de todas las edades. Qué sorpresa tan grande se llevó el misionero!
Después de un suculento caldo de gallina, se decidió confesar a quienes habían acudido al encuentro.
Ese y los siguientes días, el confesionario lucía muy contento. Porque se había convertido en un lugar de encuentro: De los hijos con su Padre.
No hay mayor alegría en los Cielos, el regreso de un hijo o hija a la Casa del Padre.



Comentarios