EL CHOCOLATE RISUEÑO
- estradasilvaj
- 11 dic 2022
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Sí, respondió Yaída, a su madre. Volveré antes de tomar el chocolate, mientras corría de la mano con sus compañeras de cole.
La cancha de volibol estaba llena de niñas vestidas de bellos colores que saltaban y gritaban a coro, mientras agitaban las banderolas.
El silbatazo hizo eco en el salón y todos levantaron sus manos y sus ojos emprendieron la mirada hacia las competidoras.
No hubo descanso. Uno tras otro, los equipos entraron al fuero. Aquello se convirtió en un batalla llena de emociones, de saltos de alegría y abrazos con lágrimas.
Las victoriosas recibieron los aplausos y la medalla cuyo brillo se confundía con flechazos enceguecedores. No cabía mayor energía en el corazón.
Yaída, perdida entre la multitud, logró salir y respiró con solemne profundidad, mientras calmaba su nerviosismo. Esta vez, regresaba sola a casa.
Al llegar, todos los suyos la esperaban. Cual fue su sorpresa que al abrir la puerta, la esperaba un rico, caliente y espumoso chocolate. Dio un sorbo y sonrió. Todos sonrieron y cenaron juntos cantando y saboreando el chocolate.
En la vida, los mejores y gratos triunfos se encuentran no al final de la competencia, sino al regreso de un gran esfuerzo, cuyos pasos por lentos que sean, te llevarán más allá del galardón. Tu hogar, tu familia, tus amigos, y el chocolate risueño.

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