EL ATISBO DE LA LUZ

Viajaba por la pista llena de buses y vehículos, todos saliendo alocados, queriendo pasar encima unos de otros. Huyendo del pasado, escapando de la oscuridad.

Poco a poco el pánico fue llenando las calles y las avenidas. Unos corrían sin rumbo, otros atropellados caían al suelo mientras miraban como se alejaba la distancia del horizonte.

Gritos y miradas perdidas se encontraban, manos sueltas, abrazos caídos. Los caminos se hicieron inciertos y las almas suspendidas en la nada.

Como todo no es oscuridad ni perdición, la luz comenzó a emerger. Fue acariciando los rostros y los ojos cegados empezaron a sentir aquel impulso.

No todo es maldad y crimen, mientras las flores en los campos renacen y los árboles se llena de belleza y frutos maduros para alimentar a los hijos del hombre.

Cuando la esperanza se hace segura, es porque el amor crece y se hace tan grande que abraza al que te ha ofendido. No es posible seguir viviendo con el pecado a cuestas, con el crimen en las manos, con el corazón cercado por la maldad.

Sólo el amor libera. Pero no todo lo que llamas amor es verdadero amor. Quien vive en la obscuridad no es capaz de comprender la capacidad de amar. El amor redime, te hace desear, buscar la luz, la libertad sin barreras de odio y mentiras.

Todos tenemos en nuestras vidas largas y cortas noches, terribles noches. Hay quienes eligen quedarse en ellas, hay muchos otros que luchan por salir en busca de la luz. La naturaleza del pecado es la noche sin salida; la de la libertad, es el deseo de amar sin posesiones egoístas e intrascendentes.

No todo se pierde en el error, porque es natural caer una y otra vez. Levanta tu rostro hacia adelante y desea ser mejor, ser más humano. Entre más humano seas, más cerca estarás de Dios. "Señor, Amor puro y luz que brillas en el corazón humano. No dejes que pierda el camino hacia Ti, que mis pies aunque cansados y torpes se confundan en la ruta.

Guía mi mente hacia el verdadero conocimiento del bien y del amor sincero y desprovisto de todo apego furtivo y pasajero. Dame la capacidad de descubrir tu rostro, en lo más sencillo y humilde, y de servir con alegría.

No dejes que la esperanza se apague en mi interior y los sueños se desvanezcan en las cañadas del engaño y las invenciones humanas sinsentido.

Hazme fuerte y dispuesto a la lucha por lo justo y lo bueno. Pues sé bien, que caminas conmigo, a mi lado y mi mano asida a tu Cruz, alcanzaré el Paraíso que mi alma ansía. Amén".