DESDE EL CORAZÓN DE UN NIÑO
- estradasilvaj
- 8 jun 2022
- 4 Min. de lectura
El corazón de un niño es un manantial inagotable. Sus pulsaciones son tan aceleradas, que nos parece que la vida camina más rápido de lo normal.
Estos días he estado con muchos niños y niñas de todas las edades. Es increíble lo maravilloso que ellos ven el mundo y cómo aprenden a enfrentar dificultades en su casa, en la calle, en las relaciones con los adultos y de su misma edad. Sin embargo, fácilmente pueden ser presa de graves errores y falsedades.
He seguido sus conversaciones y respondido a sus preguntas. Me he dado cuenta que en sus hogares poco se habla de Dios o de Jesús. Algunos sí, pero no es tan común.
Así que les pregunté sobre la Navidad pasada y de los Reyes Magos. Había que turnarlos para hablar porque todos tenían su propia versión. Es encantadora la imaginación de los niños.
Me gustaría compartirles un par de reflexiones que pienso que debemos prestar mucha atención en nuestros hogares, conversaciones y de lo que sus hijos ven y escuchan en la calle, escuela, celulares y televisión.
1. Una sociedad sin Dios
Estamos desde hace ya tiempo frente a un viento terrible del ateísmo y secularismo en diversas maneras. Revestido de libertador, de riqueza o bienestar, de salvación, de tormentas y enfermedades, de señales apocalípticas... pero, menos de amor, justicia y paz. Un mundo seguro se ha escapado, o quizás, desaparecido.
La sociedad en que ahora nos ha tocado vivir está llena de miedos y trata de escapar de la prisión en que se encuentra. En ese escape o huída cae en las redes de la confusión, la oscuridad, la desesperación, la violencia... del nihilismo, del sin sentido, o de los pecados que siempre han orbitado el alma humana por los siglos.
Vemos que la angustia sigue calando la psicología humana, y nuestros sentimientos y emociones se han enroscado. Su naturaleza de aspirar a lo bueno, a lo bello, a lo hermoso, a lo puro.... se ha desvanecido. Nuestros niños, adolescentes y jóvenes han sido capturados por las redes sociales y por un interminable y falso modelo de vida, de sentimientos y amores, en los juegos y vídeos que le roban sus sueños y aspiraciones.
¿Dónde estará Dios para ellos en ese torbellino?, ¿en esos nuevos muros a un deseo de libertad, a un amor genuino, al poderoso impulso de continuar luchando hacia adelante?
No permitas que impongan límites al don de la vida que se gesta cada día en tus pequeños. Al don del conocimiento que los hará libres, al don del amor que los hará compasivos, al don de la fe que les ayudará a creer en lo imposible, al don de la esperanza que no los atará a la pereza o a la paralización.
Enséñales a orar, porque es el camino del encuentro con un Dios que se descubre en la sencillez de las palabras, de los hechos de cada día, en las personas a las que nadie presta atención.
Enséñale a amar y respetarse a sí mismo y a los demás, porque de esta manera él o ella serás capaces de dominar sus impulsos naturales, de resistir a las tentaciones, de creer en sí mismo.
Enséñales a ser justos y honrados, porque de esta manera no caerán en injusticias ni llegarán a convertirse en un tirano. Comprenderán que todo lo creado está al servicio de todos y que las leyes son líneas torcidas, no perfectas. Es en el corazón de cada hombre que hallarán las respuestas a sus límites.
2. Sin fe no habrá esperanza
Avanzamos de tormenta en tormenta, a veces sin encontrar un puerto seguro.
Veamos hacia arriba, a los cielos y nos daremos cuenta de lo infinito que es.
La pérdidas de vidas humanas nunca han significado tanto. No son datos, ni cálculos, ni promedios. Ni una estrategia macabra de unos mortales que no tienen asegurada su sobrevivencia.
¿Qué esperanza tiene este mundo? ¿Qué nos espera a todos? Aún, cuando los presagios y vaticinios no son nada agradables.
La esperanza la podemos perder. Habrá caminos donde será imposible caminar. Aún así, la fe es la que nos mantendrá vivos, y sin ella, no habrá esperanza de un mundo diferente.
Recordemos al patriarca Abraham que contra toda desesperanza, no desconfió de la promesa hecha por Dios, creyó e hizo lo que le mandaba hacer. Si Dios es fiel, nosotros también debemos serlo.
Mantener viva la fe es además de orar, ir día a día a la fuente de la verdad que está en las Sagradas Escrituras, buscar debajo de cada letra, de cada hecho... Jesús, tiene la llave correcta. Es la luz, es el camino.... es la Promesa del Padre.
No nos detengamos en ficciones, retóricas y sermones que no alientan la fe y el amor a Dios y al prójimo.
Esa tarde con los niños, inspiraron mi corazón. Sus maravillosas historias y visiones me contaron de un Dios que nos ama como hijos, que nos está diciendo que no es suficiente lo que hacemos.
Con sinceridad, ahora les digo que no habrá minuto o segundo en mi vida que no busque al Señor, y no deje de orar y ayudar a quien me lo pida. ¿Por qué no hacemos eso mismo esfuerzo cada uno?
He estado en el templo del Señor, he escuchado las campanas cuando el sacerdote llevaba en lo alto al Sacramento... sólo de rodillas el hombre podrá comprender cuán pequeño es.
Uno mis plegarias a quienes invocan el nombre santo del Señor, y mi aliento interno me dice que el mañana será bueno.
Que la bendición del Padre Celestial llene de luz y bendiciones sus vidas y hogares, a sus queridos pequeños hijos. Amén.



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