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DESAFIOS Y OPORTUNIDADES DE LA SOCIEDAD MODERNA SOBRE LA EDUCACION

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 28 may
  • 5 Min. de lectura

En una época que presume de sus avances tecnológicos y de su aparente compromiso con los derechos humanos, la desigualdad en el acceso a una educación de calidad continúa siendo una herida abierta. Más de 700 millones de personas viven en pobreza extrema, y una proporción aún mayor sobrevive en condiciones de pobreza moderada. En estos contextos, la formación integral se convierte más en un privilegio que en un derecho, y la promesa de ascenso social por medio de la educación, en un espejismo.

La educación tiene el potencial de romper círculos de exclusión, pero también puede perpetuar desigualdades si no se transforma profundamente. A través de este análisis, observaremos los principales desafíos para brindar una educación idónea a los sectores pobres y las oportunidades que la sociedad moderna tiene para convertir la educación en una herramienta de emancipación real.

I. Desafíos estructurales: cuando educar en la pobreza parece misión imposible

1. Infraestructura educativa marginalizada

Miles de escuelas en barrios pobres o zonas rurales funcionan en condiciones precarias, con techos que gotean, mobiliario roto y carencia de servicios básicos. Esta infraestructura refleja el mensaje implícito que la sociedad envía a los más pobres: “tu educación no importa”.

2. Desigualdad en la formación y condiciones del profesorado

En contextos vulnerables, los docentes enfrentan bajos salarios, alta rotación y abandono, lo que impide consolidar comunidades educativas estables. La falta de capacitación especializada y de acompañamiento psicológico agrava el problema.

3. Brecha digital y tecnológica

Como ha señalado Manuel Castells, la exclusión del acceso a las TIC reproduce nuevas formas de analfabetismo. La brecha digital es hoy una brecha educativa, laboral y cívica. La educación virtual —impulsada por la pandemia— mostró cuán desconectados están millones de estudiantes de las oportunidades del siglo XXI.

4. Desajuste cultural y pedagógico

Boaventura de Sousa Santos advierte sobre la "epistemología del norte", que impone un modelo educativo eurocéntrico y desconectado de las realidades locales. La lengua, los valores, los contenidos e incluso las evaluaciones responden a contextos ajenos a las culturas populares e indígenas, generando exclusión simbólica.

5. Trabajo infantil y deserción escolar

Según la OIT, más de 160 millones de niños trabajan, muchos en condiciones de explotación. En contextos donde la supervivencia es la prioridad, la educación es percibida como un gasto o un obstáculo.

6. Políticas públicas fragmentadas

Como plantea Martha Nussbaum, sin un enfoque de capacidades humanas en las políticas educativas, las reformas terminan atrapadas en indicadores económicos. No se educa para el florecimiento humano, sino para cumplir metas estadísticas.

II. Oportunidades: una educación que florece desde abajo

1. Nuevas pedagogías críticas y emancipadoras

A Paulo Freire, pionero de la pedagogía liberadora, se suman hoy otras voces:

Bell Hooks, desde una mirada feminista y afroamericana, habla de la “enseñanza como acto de amor y transgresión”. Para ella, el aula debe ser un espacio de conciencia crítica y sanación, no de reproducción del poder.

Jacques Rancière, con su “maestro ignorante”, propone que todos pueden aprender si se les considera iguales en inteligencia. Romper con el paternalismo educativo es esencial en contextos pobres, donde suele subestimarse la capacidad del estudiante.

Peter McLaren, por su parte, denuncia cómo el neoliberalismo ha vaciado la educación de sentido, reduciéndola a consumo de contenidos. Propone rescatar la educación como acto político.

2. Educación popular y comunitaria

En América Latina, África y Asia, florecen propuestas educativas desde el pueblo: escuelas campesinas, círculos de alfabetización, programas rurales bilingües. Son modelos donde la comunidad se convierte en protagonista del proceso educativo.

La Red de Educación Popular de América Latina (REPEM) y otras redes similares muestran que la participación activa de las mujeres, líderes locales y colectivos juveniles es clave para sostener proyectos transformadores.

3. Tecnología como aliada con sentido social

Lejos de ser un privilegio, la tecnología puede ser un instrumento democratizador si se implementa con criterios éticos. Las radios comunitarias, las plataformas offline (como Kolibri o Wikipedia Kiwix), y las aulas móviles son ejemplos de innovación accesible.

El uso de inteligencia artificial para personalizar aprendizajes también abre oportunidades si se asegura el acceso y el acompañamiento humano adecuado.

4. Formación docente desde la justicia social

El docente debe ser preparado no solo en contenidos, sino en pedagogía crítica, interculturalidad, justicia de género, educación emocional y resolución no violenta de conflictos. Iniciativas como las Escuelas Normales Rurales en México o los Seminarios Itinerantes de Pedagogía Crítica en Colombia han formado docentes con fuerte conciencia social.

5. Educación integral con servicios sociales

Una educación idónea para la pobreza no puede limitarse al aula. Debe integrarse con políticas de nutrición escolar, salud comunitaria, cuidado infantil y transporte. La experiencia de Cuba, con su modelo integral de salud-educación, o el PNAE de Brasil (Programa Nacional de Alimentación Escolar) son ejemplos relevantes de sinergias exitosas.

6. Sociedad civil, empresas y alianzas intersectoriales

Fundaciones, ONGs y colectivos sociales juegan un papel esencial. Desde las escuelas por radio en África, hasta programas como Educar y Alimentar en Argentina, vemos que la articulación entre actores produce soluciones creativas y sostenibles.

III. Reimaginando el horizonte: ¿educar para qué?

Martha Nussbaum plantea que educar no puede reducirse a formar trabajadores eficientes, sino ciudadanos capaces de sentir, pensar, dialogar y actuar moralmente. Educar a los pobres debe implicar mucho más que enseñarles a "salir de la pobreza": debe permitirles imaginar otra sociedad.

Rancière diría que es necesario derribar la lógica de la "explicación": dejar de ver al educador como el que posee el saber y al estudiante como el que ignora. En los márgenes hay inteligencia, creatividad, resistencia.

Bell Hooks nos recuerda que una educación liberadora es incómoda, porque cuestiona las estructuras, rompe silencios, empodera. No se trata solo de dar acceso, sino de transformar el currículo, el aula, la evaluación, el vínculo humano.

IV. El derecho a soñar con los ojos abiertos

En los asentamientos de cartón y barro, entre caminos de tierra y silencio, siguen naciendo niños con preguntas. Muchos de ellos tienen una lucidez que ningún sistema ha sabido medir. Y si no educamos con y para ellos, estamos renunciando al alma de la humanidad.

No se trata solo de llevar contenido donde hay carencias. Se trata de reconocer al otro como igual, como sujeto histórico, como portador de saberes y esperanzas. Una sociedad que educa en la pobreza sin pensar en la justicia está simplemente organizando su próxima crisis.

La educación en contextos de pobreza no puede estar motivada por la lástima, sino por la convicción. Como decía Freire: “Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo.”

Educar a las grandes mayorías excluidas es un reto de proporciones épicas, sí. Pero también una oportunidad única para repensarnos como humanidad. La pobreza no es una maldición, ni una cifra: es una realidad fabricada por estructuras económicas y políticas que pueden y deben cambiar.

Y la educación —si es crítica, inclusiva, integral y humana— puede ser el primer ladrillo en la reconstrucción del mundo.

**** Enseñanzas finales

-Educar en la pobreza es educar contra la pobreza. Requiere una pedagogía crítica, contextual y liberadora.

-Los pobres no necesitan “ayuda”, sino justicia. Su educación debe ser tan digna como la de cualquier elite.

-Los docentes son agentes políticos. Su formación y acompañamiento son claves para cualquier transformación.

-Las tecnologías son herramientas, no soluciones. Su valor depende de cómo, para quién y para qué se usan.

-Una educación justa no transforma al estudiante: transforma la comunidad.

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