DE CUÁNTO TIEMPO DISPONGO
- estradasilvaj
- 29 nov 2022
- 2 Min. de lectura
Hoy pasó algo que no esperaba. Ocurrió tan rápido que fue después que me percaté que había sucedido.
Venía de regreso de varios compromisos. Al detenerme en una esquina vi que varios niños trataban de abrir una caja. Se empujaban entre ellos. Al verles que no se ponían de acuerdo, cruce sin mirar a los lados. De pronto sentí un fuerte viento como que me quería atrapar en el remolino. Pasó, y le dije a los niños:
-"¡Niños, niños. Esperen un momento! No se empujen. ¿Los ayudo en abrir la caja? ¡Quién de ustedes sabe qué contiene? Nadie me respondió."
El más pequeño dijo: -"Una señora nos regaló esta caja y unos caramelos". -"Ah, bien! Entonces, ¡abrámosla!"
Y así fue. abrimos todos la caja con gran expectación. Nuestra sorpresa fue encontrar las piezas de un gran árbol de Navidad. Los niños no paraban de dar gritos y saltar.
-"Pero, ¿dónde lo vamos a colocar? Todos se quedaron viendo, pensando en que qué lugar." -"Tiene que ser la casa de uno de nosotros, donde alcance, dijo el más grandecito. La casa de Juan, dijeron todos. ¿Te parece Juan?"
Y así fue. Llevamos la caja a la casa de Juan y con el permiso de los padres el árbol se colocó en la sala. Todos se veían contentos.
-"Ahora, este será el lugar donde vendremos todos a cantar y a recibir los regalos", dijo Andrés. Sí, aquí nos reuniremos. Y vendrá el padre también. ¿No es así? -"Claro que sí, respondí". Pero esto es el comienzo de un trabajo amigos. El árbol solo no puede estar. Lo vamos a adornar todo con lo que tengamos en casa para que se vea bonito. No hace falta ponerle muchas cosas. Lo mejor es que tenga aquello que todos deseamos, soñamos, queremos. Podemos dibujarlo o pintarlo, recortarlo. Todos tienen grandes ideas. ¿Les parece? -"Todos respondieron estar de acuerdo".
Aquellos minutos se hicieron horas. Me preguntaba de cuánto tiempo disponía para que aquellas alegrías y sueños de los niños no se esfumaran.
De regreso, al pasar por la calle del cruce recordé el suceso del viento fuerte. Una señora que vende comida enfrente, me detuvo y dijo:
-"¿No le pasó nada? Casi lo atropella el camión. Fue muy raro. Solo me espanté, pero cuando lo vi estaba del otro lado."
Pensativo, le contesté: -"Es curioso verdad. Sólo sentí como que alguien me empujó, como un viento fuerte. Deben ser los Ángeles de Dios, ¿no cree usted?".
Esa noche mientras meditaba como de costumbre, di gracias a Dios por su presencia, por permanecer conmigo en todo momento y de librarme del peligro. Pero también, de darme más tiempo para hacer de la Navidad de los niños una época en su memoria infantil llena de sueños y alegrías, de unión y amistad.




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