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CÓMO VENCER LAS DIVISIONES

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

Hoy, el progreso en el camino de Cuaresma lo encontramos en las palabras de Jesús en la lectura del Evangelio: "Quien no está conmigo está contra mí, y quien no junta conmigo desparrama."

No hay terreno neutral. No se progresa cuando un pie está en el camino de santidad y el otro pie está en el camino del mundo

Cada vez que fallamos en cooperar totalmente con Jesús, estamos trabajando (hasta cierto grado) contra Sus planes perfectos, contra Sus estrategias para difundir el reino de Dios, y contra Sus intentos de responder a las plegarias de la gente.

Si descuidamos las necesidades de otros, si ignoramos los sufrimientos de, como mínimo, la más insignificante persona a nuestro alrededor, si rechazamos amar a aquellos que Él ama, estamos trabajando contra Jesús.

¿Hay divisiones en tu familia o parroquia o rectoría u orden religiosa o ministerio? Cada división es más que simplemente una persona contra otra persona, facción contra facción. Es un acto contra Jesús y dispersa a las personas fuera del camino que Él ha allanado para ellos. Jesús dice: "Cada reino dividido contra sí mismo es asolado. Cualquier casa rasgada por desacuerdos cae."

No obstante, a través del poder de la resurrección de Dios, todas las divisiones pueden convertirse en grandes oportunidades para una unidad nueva y más fuerte - si ambas facciones elijen reconciliarse y manejar los problemas a la manera de Dios.

¿Y qué pasa si tú lo deseas, pero los demás, en una situación de división, han endurecido sus corazones y su cerviz (como se describe en la primera lectura de hoy)? La división podría no terminar durante tu vida, pero Dios te bendecirá y sanará tu corazón y fortalecerá tu santidad.

Para recibir esta sanación, debemos escuchar la voz de Dios y no endurecer nuestros corazones (como dice en el Salmo Responsorial de hoy) cuando otros hacen que la reconciliación sea difícil o imposible.

La condenación y el odio vengativo trabajan contra los planes de Dios, por lo tanto, en lugar de sumar a la pared de la división, nos lamentamos por nuestros enemigos y oramos por ellos y nos paramos al lado de Jesús, listos y ansiosos por ser canales de Su amor misericordioso cuando las oportunidades aparezcan, si es que aparecen.

Algunas veces, por seguridad o por salud emocional o espiritual, debemos separarnos de otros cuando rechazan cooperar con la reconciliación. Este corte no es un pecado, no importa por cuánto tiempo continúe la división, es decir, si escuchamos la voz de Dios, ablandamos nuestros corazones, y elegimos hacer el bien a nuestros enemigos.

Amar a aquellos de los que estamos separados significa que no decidimos tratarlos basados en cómo nos tratan a nosotros ni en lo que pensamos que se merecen. Por el contrario, les damos lo que están listos para recibir de Jesús a través nuestro. ¡Así es como tenemos unidad, aún en medio de las divisiones!

 
 
 

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