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¡CONSOLADOS PARA CONSOLAR!

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 21 jul 2022
  • 2 Min. de lectura

Hay muchas personas que necesitan de nuestro consuelo. Jesús consolaba con frecuencia cuando visitaba los pueblos en su misión por Judea.

Vivimos tiempos de increíble dolor, pena, sufrimientos y persecusión. Nos persigue nuestros pasado, un mal presente o un infortuno futuro. Pero, sobre todo, un corazón vacío y un alma sin sosiego.

Según he consutado la palabra "consolar" viene del latín consolari, formada del prefijo con- (reunión, unión, cooperación, ...) y el verbo solari (aliviar, calmar, apaciguar). El prefijo con- se asocia con una raíz indoeuropea *kom- y la palabra solari con *sel-4 (ser favorable).

Consolar, no es dar pésame, un palmazo en la espalda, un abrazo... Es como pienso lo expresaba Jesús, es llegar en lo profundo del dolor y la herida de los demás.

Quiero llevarles consuelo a todos. Llevarles el mensaje de Jesús, así como san Pablo lo expresa de esta manera:

«…el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.» (2 Corintios 1.4)

Hermanos: los problemas, las tentaciones, las enfermedades, las pruebas, las dificultades y las crisis tienen la capacidad de ayudarnos a crecer como personas.

Las dificultades nos ayudarán a acercarnos más a Dios, una de las decisiones más importantes que debemos tomar en cada etapa de la vida. Él es nuestro creador y sabe muy bien lo que pensamos y sentimos. Hablemos con él y pidámosle su consuelo, es decir, su ánimo y fuerzas para avanzar.

No pensemos solo en nosotros; consideremos que nuestra experiencia será de muchísima ayuda para alentar a otras personas que atraviesen momentos similares. ¡Animar a los demás con nuestro ejemplo y el consuelo que hayamos recibido de Dios durante nuestra experiencia! ¡Consolados para consolar!

Las enfermedades nos hace pensar en la manera de cómo vivimos, nos alimentamos o dejamos de hacerlo. De los abusos contra nuestro organismo y de los excesos que nos traen mayores males y tragedias. Cuidar la vida es cuidar nuestro organismo y el de los demás también. Evitaríamos muchas enfermedades con llevar una vida sobria y sencilla.

Las pruebas y las dificultades nos refieren a nuestra capacidad de crecimiento y fortaleza humana. En ellas, aprendemos de nuestros errores y crecemos, maduramos y forjamos un espíritu noble y recio. De esta manera, podemos consolar a los otros. Ayudar a ser fuertes y honestos, personas de principios y valores. ¡Qué mejor herencia para los hijos!

Las crisis nos ayudan a avisorar nuevos caminos y expectativas; a no cortar los frutos antes de tiempo y esperar con paciencia y sabiduría las oportunidades. Porque si bien somos artífices de nuestra vida, también somos hechores de fracasos. ¡Quién puede agregar un minuto a su vida o acortar su borde!

No podemos consolar a los demás si no asumimos la tribulación con un paso adelante para alcanzar un peldaño en el crecimiento moral y espiritual.

Nuestros hermanos necesitan de nuestro consuelo, porque han perdido el rumbo, están desorientados y viven sumergidos en el fatídico engaño.

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación”. 2 Corintios 1:3

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