CON LOS PIES DESNUDOS

Sí, con los pies desnudos salimos del paraíso bíblico y emprendemos un camino cuaresmal hacia la pascua cristiana.

Qué significa esta salida, este camino y esa meta que por cuarenta días avanzaremos bajo sol, viento, tierra, agua y abrojos.

Somos barro, que Dios va forjando entre sus manos como alfarero. Un barro con distintos colores y tonos, formas y bellezas.

Pocas veces nos vemos los pies, y si no los vemos,, el camino tampoco se nos hace visible. Nacemos, crecemos, andamos según la fuerza de los tiempos y los vientos de las épocas.

Caminar con los pies desnudos nos hace sentir lo que somos: creados, frágiles y necesitados.

La liturgia de los días anteriores nos han abierto las primeras letras del Génesis y los textos evangélicos, la piedad de Jesús al encontrar poblado tras poblado innumerable gente enferma, lastimada, paralizada, endemoniada, envuelta en sus propias telarañas. Un barro estropeado, desfigurado, roto y despreciado por los demás.

Al iniciar el día y al aproximarse la Cuaresma, quiero invitarle, moverle desde adentro de su corazón a experimentar la fuerza extraordinaria de tres actitudes a las que Jesús nos ha invitado siempre:

+ Ayunar + Orar + Compartir

AYUNAR significa despojar a nuestro cuerpo de todo aquello que nos está impidiendo vivir con dignidad, con alegría, sanamente, con integridad. Concédenos Señor, un cuerpo sano, limpio, libre de enfermedades y dolencias.

ORAR reconociendo nuestra pequeñez y elevando nuestras manos y ojos hacia el Padre Misericordioso. No son nuestras palabras, es Su Palabra la que nos da vida. Es emprender un viaje hacia el interior nuestro donde encontraremos la voz de Dios, lo que nos hace limpios de toda enfermedad y castigo.

COMPARTIR como la expresión concreta del amor al prójimo, quien como usted, los demás y yo somos también hechura de barro, expuesto al sol y a las tempestades. El gesto hermoso de partir el pan y las migajas para que nadie padezca hambre. Donde el misionero que toca a la puerta siempre hallará respuesta,

La sensación de poner los pies en la tierra nos hace reflexionar que la vida es para caminar, andar día a día hacia un horizonte; pero, sin fe, esperanza y caridad, ese camino se vuelve pedregoso, lleno de riscos e interminable... un camino sin sentido, sin brújula.

La Cuaresma es ese camino donde Dios ha lanzado su semilla para que los obreros, nosotros, le demos buen crecimiento, cuidado y protección.

No espere el día, empieza ahora mismo a sentir el calor de la tierra debajo de sus pies desnudos, esa tierra que Dios nos la dio como un don para cultivarla en abundancia.