CON FE INQUEBRANTABLE

Son angustiantes los acontecimientos que vivimos en nuestros tiempos. Por todas partes hay dolor, sufrimiento, hambre, desempleo.... Las economías de los países se vienen abajo y las familias sufren muchas limitaciones. La inseguridad llena al planeta y creemos que los líderes de nuestros países nos traerán salvación, tranquilidad y progreso. Mas no es así.

Llegará un momento que no tendremos fórmula alguna. Da la impresión con los acontecimientos se convierten en apocalípticos. ¿Quién podrá asegurar que los tiempos apocalípticos sea los verdaderos?

La Palabra del Señor es sabia y alienta nuestros corazones. No nos hunde en el vacío y en la confusión, en el miedo y la pereza. Por eso, dedicar momentos en el día a la ORACIÓN sincera y que sale del corazón es buena y agradable a Dios. No es suficiente reunirnos en una casa, templo o campo, y orar. Dios lo que espera es un cambio profundo y sincero de nuestras vidas y actos. Porque no estamos actuando de la manera que Dios espera de cada uno. Vivimos una doble vida, y eso es una ofensa, un engaño más.

Nos hemos acostumbrado a la injusticia, al sufrimiento y la muerte, y a tantos males personales y humanos que ya no tenemos vergüenza alguna. Seguimos creyendo en los discursos y palabras de políticos y líderes mundiales, aún considerando ciertos cambios y progresos en nuestros países. Pero eso no suficiente. Todavía hay miles y miles, millones de personas que padecen en sus hogares, fábricas, empleos, en las calles y en la oscuridad del pecado que ha corroído el corazón de todos.

Alabamos a Dios con nuestros labios, pero nuestro corazón está lejos de Él. No nos engañemos. Tenemos que nacer de nuevo, sí, bajo un Espíritu libre y lleno de fortaleza en el Señor. Así que, te recuerdo que el tiempo pertenece a Dios, y no al hombre. Te dejo diez maneras de vivir para Dios:

1. Orar con sinceridad y humildad. 2. Actuar sin demora respecto a las impresiones espirituales. 3. Escudriñar las Escrituras a diario. 4. Vivir la ley del ayuno. 5. Ser dignos y adorar en el templo. 6. No trates con liviandad las cosas sagradas. 7. Estar preparados para proceder con fe. 8. Dejar que el Señor decida los detalles de lo que elija revelar y cuándo decida revelarlo. 9. Prestar atención a las advertencias proféticas. 10. Mantener el espíritu interior abierto a la voz de Dios todos los días e instantes de nuestra vida hasta la muerte.

Por eso, trata de vivir cada día con fe inquebrantable, sin miedo y sin temores. Porque Dios está ahí siempre.

Dios, Padre lleno de bondad y misericordia te bendiga e ilumine tu vida como los amaneceres soleados, las tardes frescas y noches tranquilas... aún en medio de tormentas y pruebas. Así sea.