CIELO ABIERTO
- estradasilvaj
- 13 jun 2022
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Capítulo I: LUZ PARA TODOS
Dedicatoria: Esas reflexiones las dedico a todos los amigos que me siguen, hombres y mujeres de buena voluntad; a quienes tienen su mente y corazón abiertos a la gracia del Espíritu, y a quienes incansablemente luchan por un mundo mejor para todos.
******************************** Todas las mañanas acostumbro ver el cielo, el despertar del sol. Dejar que sus rayos acerquen su calor en mi rostro y sentir cómo la sangre se agita, de tal manera, que esa luz llena de vigor y fuerzas a un cuerpo que adormilado aún, comienza a entonar la vida y a latir el corazón con viva esperanza.
Y los rayos se abren camino entre nubes y escombros en lo alto. No a todos llega la luz con la misma fuerza y al mismo tiempo. Muchos todavía duermen, otros desde antes están en los campos y bajo techo. Hay quienes no se percatan de que un día muy distinto al de ayer, aparece lleno de novedades . Y hay quien no se queje de que haya vuelto. Unos dando gracias, otros maldiciendo.
A muchos kilómetros y horas de distancia, la noche ha caído. Aún así, viven como si fuera de día. Sus vidas no se agotan y la gastan hasta el cansancio.
Hay hombres que no duermen. La maldad no descansa. La noche es su terreno de batallas, y el día se convierte en el cementerio de cascotes y tierra muerta. Unos condenan, otros aplauden y dan gritos de victoria. Mas, las lágrimas de inocentes criaturas, viejos y niños, enfermos y sanos dejan surcos en las mejillas llenas de lodo y sangre. No hay luz para ellos. La oscuridad del mal cubre sus cielos y el grito de dolor sube a lo alto lleno de clamor y sollozos.
El mundo se divide cada vez más. La confusión es la noticia que ciega nuestros ojos, y la angustia y desesperanza cercan al corazón humano de odio, miedo y bravura.
Unos se conciertan para levantar muros, otros para enmascarar sus dientes afilados, y unos pocos, unidos, resisten. La verdad se ve amenazada por el engaño y el negocio sucio de la muerte.
“Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes.” (Jeremías 33:3), dice el Señor.
Dios no es un Padre ausente, como es el hombre ordinario. Él, desde lo alto ve y escucha el dolor de sus hijos, la angustia de sus pequeños, los artificios y planes de los malvados.
Clamar a Dios en tiempos con los presentes, es denunciar el mal en sus diversas formas, los embustes y farsas que desde arriba y también abajo, comenten los hombres en contra de sus semejantes.
Quien clama, recibe esa luz que sólo Dios da a la mente humana y le hace descubrir lo oculto que no sabemos. Porque el malvado no sabe de bien, de justicia y de amor. La guerra, el dolor y la vanagloria llenan sus manos de oprobio.
"Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye". (1 Juan 5:14)
El hombre de hoy está lleno de sí mismo, de sus glorias y victorias. Maquilla sus obras de gracia divina, mientras dicta sentencia contra el inocente, legisla para su egoísmo y ambición y envía a sus servidores a las plazas, a realizar conciertos de bulo y sórdidos mensajes de vulgar engaño.
No sigas sus pasos, ni escuches sus falsas palabras y canciones, de frases bonitas y pintorescos mensajes teñidos en sus playeras.
Ten confianza en el verdadero Dios, pues te oirá a sabiendas de tu pecado y flaqueza espiritual. Saber pedir, es hacerlo conforme a la voluntad de Dios, porque Él quiere que todos se salven y lleguen a conocerlo (Timoteo 2;4). No pongas tu confianza en el mentiroso, ni el que te ofrece dinero a cambio de tu dignidad y libertad. Seguro que caerás en algún momento junto a él, a la misma fosa.
Por todas partes se escuchan gritos de batalla y los profetas de calle, anuncian a voces el fin de la humanidad. Aunque el empeño de los malvados sea arrastrar a las naciones a una devastadora guerra, Dios extenderá su mano. He de recordarte que:
“De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros”, (Hechos 17:26-27)
Si caminamos a tientas, no tenemos a Dios en nuestro corazón. Su Luz es para todos. Dios es luz, y también lo es su Hijo Jesús que dijo, "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Juan 8:12)
La luz en el sentido bíblico es hacer brillar la Justicia de Dios. El que camina en su luz, es también luz para otros y caminan por el sendero que Cristo dejó establecido. "Si decimos que tenemos comunión con Él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”. (1Juan 1:6). Luz y Verdad van juntas, Quien no practica la justicia, no vive en la luz ni en la verdad.
Jesús, el Hijo de Dios, es "la luz verdadera" (Juan 1:9).



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