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CERCA DEL MANANTIAL

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

Recuerdo en varias ocasiones, en distintos lugares, haber disfrutado estar cerca de un manantial, de una caída de agua. Es muy hermoso.

Cuando niño en la finca de mis abuelos pasaba ratos en un río muy caudaloso, que ahora es apenas un riachuelo. Me bañaba en aquellas limpias aguas y bebía de los chorros que brotaban de las piedras.

A pocas horas de arribar a un año más de vida, mi corazón está inmensamente agradecido con Dios Padre, por su amado Hijo Jesucristo y por la fuerza del Espíritu que me acompañan. Agradecido por amigos y muchas personas que la vida me ha colocado en mi camino. Han sido una bendición.

La vida es un tesoro. Es ese tesoro del que Jesús nos habla en los Evangelios, de ese Reino de los Cielos tan anhelado por nuestro corazón.

Sé que muchos hombres y mujeres de mi edad sufren y viven abandonados. Oro por ellos para que su vida no sea una hojarasca o una tierra reseca, o un árbol sin frutos buenos. Siempre la vida es una novedad en medio de las adversidades y enfermedades que no podemos evitar.

Al alcanzar un día más, en la espera de un bello amanecer, estoy gozoso en Cristo. Porque para mí, como dice san Pablo: mi vivir es Cristo. Es ese el manantial.

Así que te pido, no por mí, sino por tí, por tu vida sagrada, aún como estés. Saludable o enfermo, rico o pobre, fuerte y valeroso o angustiado, triste o alegre, con trabajo o desempleado, sin fe o frío por dentro... Así como estás.

Te pido que bebas de las aguas del manantial que es Cristo, el Salvador. Quien te sana y fortalece, que es alegría y esperanza, que te abre puertas y te recibe con los brazos abiertos. En él hallarás eso que necesita tu alma y que nada en este mundo te lo ha dado.

Celebro contigo la vida, porque te pertenece, oh Dios. Pertenecemos al Padre y estamos llamados a encontrarnos con su amor misericordioso y lleno de bondad.

Te adoro y alabo, oh Dios. Te ruego por los que me has dado bajo mi cuidado. Dame tu Santo Espíritu para obrar según tu Voluntad.

Déjame otras vez sumergirme bajo las limpias aguas de tu gracia y beber de esa agua que no me dará más sed.

Bendito y Alabado sea el nombre del Señor Dios, actor de la vida y Padre nuestro.

Madre del amor hermoso, causa de nuestra alegría, consuelo de lo

 
 
 

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