CENIZAS Y AGUA

La mezcla de ceniza y agua no es tan pura como la de una taza de buen café caliente. Apenas logra permanecer poco tiempo en la piel y desaparece.

Quiero meditar sobre este signo, que siendo solo una señal de nuestra condición humana, lo más importante es el corazón que Dios quiere del hombre.

El año pasado me fui por varias casas imponiendo la ceniza a quienes lo deseaban. Ahora, les llevaré este mensaje que les comparto.

Dios nos ha recordado la naturaleza humana, la fragilidad de nuestra condición, y aún siendo creados para vivir un corto tiempo, nos ha estampado su imagen y semejanza.

¿Qué significa esto? Que el ser humano habiendo roto su amistad con Dios, fue Cristo, por su sangre en la cruz, que nos devolvió el inmenso gozo de una vida más allá de las enfermedades, sufrimientos, flaquezas, pecados, angustias y miedos que vivimos en esta vida.

Nadie debiera gloriarse de poseer o haber alcanzado una posición social o económica por encima de muchos, porque no es más que eso, una posición. Lo importante, como sabemos no lo vemos fácilmente.

La ceniza es en última instancia, el término de nuestra vida. Pero el agua, la purificación de nuestra vida.

Les invito entonces desde este miércoles de ceniza, a purificar nuestra vida con el agua que Cristo nos da a beber, en la fuente de su Palabra.

Abramos nuestro corazón a la conversión sincera y perseverante por una vida centrada en la fe de Nuestro Señor, en la esperanza de una vida plena en Él y de una caridad viva y libre a favor de los necesitados y despreciados de nuestra sociedad y comunidad.