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Capítulo IX: LA SOCIEDAD DEL PÁNICO

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 7 jun 2022
  • 2 Min. de lectura

Hoy en día existen muchas perturbaciones sociales. Hay un descontrol en la conducta humana que va de los delirios de persecución hasta materializar un asesinato en una escuela o colocar una bomba en un coche de bebé.

"Me encontraba de regreso después de impartir un seminario sobre 'Espiritualidad y violencia social", a un grupo de misioneros que realizan su labor evangélica y pastoral en países donde los cristianos son minoría.

Leía mi Salterio mientras esperaba el llamado para abordar el avión. Eran casi las 8 de la noche y los pasajeros se mostraban ansiosos.

El vuelo de regreso duraría unas cuatro horas desde San Francisco a México.

Casi sin sospechar, se escucharon gritos y la gente comenzó a correr sin rumbo. Aquello en segundos fue un caos.

Algunos no se movieron de sus lugares y se agazaparon detrás de sus asientos o de algunas columnas. Lo cierto, es que nadie sabía lo que estaba ocurriendo.

Se escuchó una voz en los parlantes llamando a la calma, cuando en minutos el edificio estaba custodiado por soldados fuertemente armados.

Después de una hora, la imperceptible calma regresó.

Escuché el llamado de abordaje y muy pronto estaba ya rumbo a casa".

La sociedad del pánico. Tiempos de ira, odio y violencia. Es posible salir de este espiral?

Pienso que es posible. Y para ello hay que modificar varias leyes y procedimientos que hemos heredado de un sistema controlado por la tecnología y del amurrallamiento en nuestro entorno. Un sistema donde nuestra libertad es vigilada, donde ya no existe privacidad.

A mayor control, mayor vulnerabilidad. Vamos creciendo en una sociedad cerrada y menos abierta. Donde nos vemos como extraños, como espías y extranjeros.

Una sociedad que vive en el pánico, es un embudo que aprisiona las libertades. Los derechos humanos ya no cuentan. El terror es un causa y un fin de grupos que se lucran de uno y otro lado.

"Al llegar a casa, casi a medianoche, tomé mi rosario y oré por aquellos misioneros y por todos los que viajan. Por nuestras sociedades victima del pánico:

'El Señor es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento...'

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