CADA OPORTUNIDAD ES UNA BENDICIÓN

He encontrado no sólo los caminos desechos e inaccesibles, pero me ha conmovido la solidaridad de los que teniendo poco, han dado mucho a aquellos que no tenían casi nada. No despreciemos las oportunidades de actuar con caridad y solidaridad.

He recibido la invitación de una familia a comer con ellos una tortilla de maíz tierno llamada "güirila" con cuajada fresca. La he aceptado con agrado.

Lo maravilloso es ver los rostros llenos de esperanza y gratitud. Me he comprometido con las familias en apoyarles con las cosechas. De ellas sobreviven.

Hemos dado gracias a Dios por los cultivos que han dado frutos y otros que empezarán a brotar. La naturaleza arrecia, pero también abunda.

Hay casitas que resistieron las tormentas enfurecidas, hay otras que se anegaron. Es tiempo de empezar a reconstruir y ser aún más fuertes que antes.

Los niños han salido al encuentro y entre alegría y saludos, los abrazos nos llenaron de un inmenso amor que sólo viene del corazón.

Nos hicieron falta galletas y leche y otras cositas necesarias para todos, pero entre ellos la multiplicaron. Nadie se quedó sin probar pan como hermanos, como una familia.

Me ha faltado llegar a más casas y me dicen que los caminos están muy malos. Buscaremos otros senderos, porque para el amor no hay barreras.

Les pido entonces, amigos, que no nos detengamos en hacer el bien. Sé que lo hacen, pero siempre podemos hacer mucho más. Porque de Dios siempre recibimos inmensamente más. Nuevos amaneceres llenos de bondades y de una vida sana. Orando juntos por lo que recibimos, bendecimos a Dios y les damos las gracias por no olvidamos.

Bendito sea el nombre del Señor.