BAJO TU MIRADA

Mientras rezaba el Santo Rosario y desgranaba en mis manos las "Ave Marías", le quedaba viendo a sus ojos, yo sonreía. Sentía una paz tan grande dentro de mí.

Como afluentes de ríos que se desbordan de la cima, recordaba los nombres de amigos, familiares, exalumnos, enfermos... Nadie quedó fuera de la oración.

Mis labios cantaban alegres y recordada escenas de tiempos pasados, al ver a los niños cantando y aplaudiendo. En sus ojos brillaba una luz hermosa y viva.

La miraba y yo sonría. La Madre del amor hermoso, de la pureza, de la estrella de la mañana; la que consuela, ama y perdona. La que acepta con un "hágase tu voluntad" lo que Dios le decía en la soledad.

El Señor ha visitado mi casa y ha dejado su huella en mi corazón. Dichoso el que ama los rectos caminos del Señor y cumple su voluntad.

Ella, me miró y dijo a mi corazón pequeño: "Hijo, soy tu madre. La escogida del Señor. Camina derecho en la Palabra de mi Hijo y hallarás la paz, el consuelo y el amor que buscas. No te abandonaré en la hora de tu muerte, porque soy la Madre de la misericordia".

Y entre cantos y vivas, me quedé sentado contemplando aquellos momentos tan plácidos. Como quien está en brazos de quien es amado.