AL DESPERTAR TE VERÉ
- estradasilvaj
- 29 abr
- 2 Min. de lectura
Por eso se me alegra el corazón,
y danza mi alma en la noche callada,
cuando el mundo parece deshacerse
y el polvo se levanta sobre las ruinas.
Tú estás, Señor,
como canto antiguo en la cuna del alma,
como llama que no se apaga en la oscuridad.
Tú estás, y basta.
Mi carne descansa esperanzada,
no porque ignore la sombra,
sino porque sé que Tú
atravesaste primero el valle
y sembraste lirios en el abismo.
¡Oh región de los muertos,
no puedes retener al Fiel!
Tus puertas se abren,
como alabanza rota por el trueno de la luz.
Tú no me abandonarás,
ni permitirás que mi historia
se desvanezca en el eco vacío.
Hay un pacto inscrito en tus manos,
y en ellas, mi nombre.
¡Oh promesa más fuerte que la tumba!
¡Oh fidelidad que no se pudre!
Tu amor es el sepulturero de la muerte.
Enséñame el sendero de la vida,
no ese que conocen los mapas,
sino el que nace en la zarza ardiente
y florece en el costado traspasado.
Ese sendero donde los pasos
son oraciones con forma de huella,
y cada lágrima riega la esperanza
como rocío sagrado al amanecer.
Me saciarás, Señor,
no con manjares de esta tierra,
sino con el pan que brota de tu rostro,
con el vino que fluye de tu alegría eterna.
Tu presencia es mi banquete,
y tu mirada, mi reposo.
No hay cántico más pleno
que el murmullo de tu aliento en mi interior.
De alegría perpetua me vestirás,
no como vestido que se desgasta,
sino como manto incorruptible
que llevaremos en la resurrección.
Tú estás a mi derecha,
firme como roca de los siglos,
y mi alma no teme el abismo,
porque su rey vive.
La muerte ya no es tirana,
sino sierva del alba;
el sepulcro, un lecho transitorio;
y el dolor, un preludio de gloria.
Tú has vencido,
y en tu victoria descanso.
Ya no soy un náufrago del tiempo,
sino peregrino de eternidades.
Por eso canta mi alma,
como alondra tras la tormenta.
Por eso ríen mis entrañas,
como madre que ve nacer a su hijo.
Por eso mi carne reposa,
no como cadáver, sino como semilla
que sabe que la luz vendrá.
Y vendrá.
Oh, sí, vendrá.
Y al despertar,
te veré.




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