AGOTADO... PERO BENDECIDO
- estradasilvaj
- 23 sept 2022
- 2 Min. de lectura
Hoy ha sido un día muy agotador. He caminado más de 5kms, cuadra tras cuadra. Pero eso es insignificante al número de kilómetros que recorren todos los días muchas personas con las que me encuentro. Una vida realmente muy dura.
Este día ha sido muy bonito porque he podido conversar con varias personas, niños y jóvenes que estaban en una cancha de baloncesto. Me puse a jugar con ellos y les demostré que todavía acierto en la canasta. Fue un momento fenomenal y agradable. Eran ya las seis de la tarde.
Visité a familias que tenía ganas de saber de su situación y de sus angustias. Fue otro momento muy importante.
Ya cansado de esos encuentros que considero una bendición, quiero compartirles algunos pensamientos.
1. Las personas, no importando su condición social, y especialmente, quienes luchan con grandes esperanzas y fe en las calles, o que están solas o enfermas, necesitan de nuestra atención, respeto y apoyo moral y humano.
Las calles se roba la vida de nuestros niños y jóvenes. Pocos van a la escuela o tienen algún empleo para ayudarse a sí mismos y a su familia. Hay tanta orfandad social. Hay mucha demanda de generosidad.
2. La sensibilidad humana por los que sufren enfermedad, desempleo, hambre, abandono y desprecio es necesaria para nuestra convivencia. No podemos encerrarnos y tapar nuestros ojos y oídos.
El cristiano no es indiferente al que sufre o carece de lo necesario para sobrevivir.
En estas personas con quienes me encontré, descubrí tristezas y alegrías. Pero más alegrías que tristezas, porque en ellas las esperanzas siempre están vivas. Ellas no atesoran, no tienen grandes propiedades o empresas, ni una cuenta bancaria de cinco dígitos o más.
Ellas me enseñaron que no es tan malo ser pobre, ni tan malo ser rico. Pero al que tiene riquezas le cuesta más desprenderse. Hay casos que sé que su generosidad es grande.
Aprendí el verdadero sentido del voto de pobreza evangélico que he tratado de practicar con honestidad y aquello que dijo Jesús: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo 3:11)
Dijo "pobres de espíritu". Ser pobre no es una carencia. Jesús se refiere a la riqueza interior, no a la carencia material. La humildad es fruto de la pobreza de espíritu. El que no tiene nada o tiene mucho materialmente no es un pobre de espíritu necesariamente. No dejemos que las carencias o riquezas materiales envilezcan nuestra riqueza interior.
3. La alegría de dar y compartir. Cuando se da hay que hacerlo generosamente, no quiero decir, mucho o cantidad. La generosidad es aquella que da lo que uno tiene, no lo que le sobra.
Recordemos aquella mujer del Evangelio que dio lo único que poseía, incluso para comer ese día. Recordemos a Pablo que no tenía ni oro ni plata y obró milagros en nombre de Jesús, Nuestro Señor. Recordemos aquella viuda que dio de comer al profeta en tiempos de hambre, lo poquísimo que tenía en su mesa y recibió mucho más.
Esa tarde, esa noche aprendí que el camino al Cielo exige desprendimiento y humildad.
Qué bendición recibí de esas personas.




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