ABRÁZAME, ABRÁZAME FUERTE
- estradasilvaj
- 7 jun 2022
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Ha ocurrido al subir las gradas. Venía bajando un señor quizás un poco mayor que yo, le faltaba su brazo derecho. Al verme me dice:
-"Ah!, otro viejito como yo", cuando se veía imposibilitado de bajar las gradas por sí solo y esperaba la ayuda de alguien. Entonces le dije:
- "No somos tan viejos como parece, usted no sabe la fuerza y energía que hemos acumulado estos años", y soltó la carcajada.
Cuando ya se iba me dijo:
-"Que Dios te abrace como lo has hecho conmigo". Sólo le respondí: "Gracias" y sonreí.
Ayer visité a un niño de dos años que ha estado enfermo, su madre y él sabían que los visitaría. Cuando entré a su humilde casita, mi corazón se alegró al verlo. Estaba tan guapamente vestido... Vino corriendo y nos abrazamos. Nos abrazamos fuerte. Esa tarde, he sentido la presencia del Señor.
Regresando de la casa de una familia muy querida, me encontré en la parada de bus con unos amigos que tenía ya un tiempo de no saber de ellos. Uno de ellos me reconoció y dijo:
-"Hermano Jorge!", y adelantándose me abrazó. Luego, se acercaron los demás e hicieron lo mismo. No recordaba bien sus nombres, pero sus rostros, sí. Aquellos abrazos me dieron tanta alegría y fuerzas, que aquel encuentro inesperado me suscitó dos pensamientos que ahora comparto con agrado:
1. Muchas veces necesitamos de un abrazo. La agitación de la vida, el ritmo acelerado que ponemos a la rutina y la indiferencia de los días, nos entibieza, dejamos de descubrir la felicidad que la vida nos da en un gesto tan hermoso como es el abrazo del amigo cuando estás triste y desconsolado, del padre en los momentos difíciles, del vecino que te visita cuando enfermo estás, del inesperado cuando estás imposibilitado de avanzar por ti mismo.
Ahora, los gestos se han reducido a un saludo frío e impersonal. Las distancias, los malos entendidos, la violencia y el terror, la persecución y la angustia, el egoísmo y la soberbia... hasta un invisible virus nos han reprimido, nos han alejado del calor humano.
Necesitamos del abrazo cordial, sincero y fuerte, del afecto bienvenido, de los gestos oportunos y buenos, de la sonrisa sin miedo y limpia, del saludo alegre, y de la palabra de aliento y esperanza.
No dejes de abrazar y de recibir un abrazo.
2. Necesitamos fortaleza cada día para que los demás también la tengan.
Recuerdo una vez, que visitando la casa de un anciano que yacía muy triste en su cama, después de un rato de conversar, le di un abrazo.
Días después, recibí una llamada de agradecimiento de unas de sus hijas diciendo que su papá había fallecido con una "sonrisa en su rostro". Aquel abrazo lleno de cariño, pienso que había hecho un efecto tan grande en la vida de aquel anciano que esperaba ese abrazo.
Un abrazo es capaz de desaconsejar un mal camino, revivir una vida triste y sola, acompañar en el dolor y la enfermedad, desapegarnos de los vicios y pecados... Es capaz de devolvernos un amor perdido, pero también de traición, odio y maldad.
No dejes de abrazar.
Abrázame fuerte, que la vida corta o larga es un camino lleno de abrojos, que sin tu calidez sería insoportable, incapaz de sonreír y dar saltos de alegría.



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