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A LA ESCUCHA DEL SOPLO Historias y realidades

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 27 sept 2022
  • 3 Min. de lectura

La rapidez con que nos lleva el mundo, los tiempos del ahora no nos deja escuchar. El ruido es tan fuerte que no logramos comprender hacia adónde vamos.

Quiero en esta oportunidad brindarles unos consejos que he aprendido en la vida espiritual.

1. La vida no es lo que vemos, sino lo que dejamos de ver. Fácilmente nos atrapa la superficialidad, el maquillaje con que se nos presenta la vida. No vamos más allá de lo externo y nos olvidamos que también todos vivimos un mundo interior que necesita de nuestra atención y cuidados.

Nuestros sentimientos son expuestos a experimentar emociones muy severas, tan duras que logran quebrantar nuestro espíritu, y por lo tanto, enfermarnos. Casi siempre nuestras enfermedades corporales son producto de una agitada y embrollada vida interior sumergida en muchos males, fracasos, infortunios... pecados y odios que no queremos romper.

La vida es un don. Aún sea así, con limitaciones físicas o mentales. Es un don que nadie tiene la potestad de privarla desde sus comienzos.

El principio de la existencia es la vida, y Dios ha colocado en ella "su soplo" divino, su hálito que nos mantiene vivos hasta volver a Él.

2. El silencio es un acto de humildad que debemos considerar en nuestra vida. No callar ante injusticias y barbaries, pero si guardar silencio cuando no tenemos la razón.

Es en el silencio que Dios nos habla. A nuestros sentidos, pensamientos y corazón. El silencio no es ausencia de ruido, es apertura a la voz de Dios. Por eso dedicar tiempo y momentos durante el día para estar en silencio, es disponernos no sólo para los actos de fe y agradecimiento, sino de dejar hablar a Dios.

3. Entre el día y la noche se nos escapa la vida. La vida nuestra no es un acto de sobrevivencia, de lucha incansable. Es un camino que vamos abriendo, descubriendo como sorprendido y lleno de ilusiones los amaneceres que Dios nos pone en el horizonte. Cierto es que implica lucha, pruebas, fracasos, depresiones... Pero, si adentramos en la vida con la mirada puesta en Dios, todo cambia.

Las maravillas, espejismos y engaños de un mundo materializado nos ciegan. Por ello, es preciso buscar espacios para que en silencio, en el descanso nos encontremos con Dios.

4. La visibilidad de lo invisible. Casi siempre tenemos a pocos centímetros las respuestas a nuestras dudas y problemas. Nuestros límites se nos hacen una neblina.

Dios que es "espíritu vivo" se nos hace visible en el amor. Es amándole que lo vemos, es amándonos sin egoísmo que lo descubrimos, es amando a los demás que sabemos que Él está próximo.

Todo requiere un esfuerzo y deseo limpio de hallarle y conmemorar este encuentro. Porque en fin, nuestra vida es una permanente búsqueda para encontrarnos.

5. Donde la roca fluye hallaremos el manantial. Es decir, que en la medida que nuestra relación con Jesús sea mayor, hallaremos la fuente que apague nuestra sed insaciable.

Jesús es la roca y de él mana agua viva. Tres son las vías para beber de esa agua: La oración, la Eucaristía y el sacrificio. Digamos como el salmista:

"Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.... ". (Salmo 129)

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