LA VIRGEN Y EL AGUA
- estradasilvaj
- 29 nov 2022
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Este escrito no es una defensa de la creencia acerca de María, la madre de Jesús. Así que por favor me gustaría que lo leyeran los no católicos.
Se trata de la experiencia cruel de un hombre y unas madres que se encontraban como rehenes en la Parroquia San Miguel, en una ciudad valiente llamada Masaya que resiste una vez más en su historia, los cañones y fusiles de sus propios paisanos envenenados por el odio y la violencia.
A veinticuatro horas que los católicos inician el novenario a la Madre de Jesús, la fe y esperanza de este pueblo se mantiene firme, indoblegable.
Quiero compartir con ustedes tres elementos importantes que aparecen en el Evangelio y los menciona el mismo Cristo: el agua, la oración y la misericordia.
Es muy curioso. Mientras el Padre Román y las madres padecían de sed, pues la guardia les quitó energía eléctrica y agua potable, la población era impedida para llevarles agua embotellada. Algunas personas fueron llevadas como reos políticos.
El agua es signo de vida y de purificación. Es más, el mismo Jesús le ofreció a aquella mujer que sacaba agua del pozo una agua de la cual jamás tendría sed ella. Jesús es ese manantial de agua viva.
La guardia y las turbas del odio no dejaron que recibieran ninguna botella. Esperaban más bien romper las puertas del templo para golpear, sacar a la fuerza a quienes se refugiaban y convertir ese lugar en una guarida de lobos.
Ellos no beben de esa agua, no fueron bautizados, ni conocen la vida. Permanecen en la oscuridad.
Por eso creo, que esta gente ya no pertenece al rebaño, se han perdido. Y por lo tanto, requerirán un nuevo bautismo, volver a sumergirse en las aguas de vida para que sean de nuevo limpios, hijos de Dios.
2. Mientras la feroz guardia tenía acordonada la Parroquia y sometida a la ciudad, gritando improperios y obscenidades de parte de los simpatizantes del régimen fallido, el presbítero quien padece de diabetes oraba y celebraba misa con las madres que imploraban a Dios la liberación de sus hijos presos. Aquellas plegarias eran cada vez más intensas, pues las amenazas crecían con las horas.
La oración es un don poderoso. Nos da las fuerzas en los momentos más difíciles y coloca en nuestro corazón la firme esperanza que Dios cumple su promesa.
Son dos escenarios diferentes. El de aquellos que vociferan y ofenden a los demás y desprecian a Dios, y de los que se refugian en Dios, porque a quien a Dios tiene, a nadie teme.
3. De Dios procede la misericordia, dice el salmista. Y Jesús nos recuerda que la misericordia es centro de la vida cristiana. Lo ha ejemplificado de diversas maneras en los Evangelios.
Lo contrario al odio es la misericordia. Quien es misericordioso es incapaz de odiar, de hacer el mal, de vociferar o agredir destruyendo vidas y templos sagrados. Debería estar endemoniado.
Las personas que se acercaron a llevar agua o ponerse de rodillas orando frente al templo, tuvieron misericordia.
No podemos ser buenos cristianos, si no somos misericordiosos. La misericordia va más allá de la solidaridad.
Así que, ahora que el Padre Román se recupera y las madres continúan exigiendo libertad, no nos olvidemos de dar agua al sediento, orar por quienes nos persiguen y tener misericordia por aquellos que necesitan convertirse al Señor Dios. Así sea.

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