LA ESPERA ESTÁ POR TERMINAR
- estradasilvaj
- 1 dic 2022
- 2 Min. de lectura
El tiempo litúrgico que iniciamos este último domingo de noviembre llamado ADVIENTO nos abre la puerta a un conjunto de bellas, pintorescas y musicales tradiciones cristianas.
Las lecturas bíblicas es una alfombra que nos conduce al encuentro con Jesús, a quien hallamos recostado en un pesebre humilde.
He escogido el primer verso del la Carta de Pablo a los Romanos, que dice:
"Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer." (13:11-14)
A veces nos da la impresión que vivimos una pesadilla. Soñé está mañana que estaba en una sala reunido con varios Hermanos religiosos, algunos conocidos y otros no; unos mayores y el resto jóvenes. Me he levantado asustado a las 04:30 de la madrugada al ver el ahogamiento de cinco religiosos jóvenes. No podía creer lo que había soñado y me sentía tan triste.
No me he puesto a pensar si tiene algún sentido y he preferido escribir las siguientes reflexiones:
1. Necesitamos como humanos y cristianos saber esperar. La gente se desespera fácilmente. La desesperación nubla la razón y nos hace cometer lamentables errores.
Esperar requiere confianza que la Promesa del Señor será cumplida. No importa el tiempo, pero será una realidad. Esperar es como la mujer encinta, que a costo de sus dolores, desvelos, incomodidades, ansiedades... Ella está atenta a la llegada de su bebé, y cuando llega su gozo es inmenso. Saber esperar es propio de los cristianos que creen en la Palabra del Señor.
2. Quien espera confiadamente ora sin cesar. Así lo hacían los Apóstoles mientras esperaban la llegada del Cristo resucitado. La oración es nuestra fortaleza y nos ayuda a descubrir las respuestas a muchas de nuestras preguntas y dudas. Es una oración de corazón abierto, de un cerebro que se deja iluminar por la luz divina. Es una oración que brota desde dentro como un pequeño ojo de agua.
3. Comparte la gracia recibida con generosidad con aquellos que lo necesitan. El hecho de compartir con quien te pide una ayuda, ofrenda o apoyo es un gesto profundamente evangélico, sanador y restaurador. No siempre lo que damos satisface al Señor. A Dios no le interesa los donativos millonarios ni ofrendas públicas. Él va al contenido que cada uno pone en el corazón humano. Cuando un amigo o benefactor me envía una ofrenda, sea pequeña o grande, la considero una bendición. El esfuerzo, tiempo, sacrificio y cariño que coloca en ella es invaluable.
4. Ayunar no sólo es saludable, sino que nos libera de muchas necesidades que no lo son. Nos gusta sentirnos seguros y revestidos de un exterior agradable. Pero por dentro somos los mismos. Ayunar significa consumir aquello que nos fortalece por dentro; que nos pone a dieta en superficialidades. Hay que consumir su Palabra, beber y comer su Eucaristía, dar lo más valioso que poseemos.
La espera está cerca para el que cree y ha sido fiel a Dios. No será en vano. El enemigo jamás sospecha que su final es breve y amargo.
Enciende tu vela y asómbrate de las maravillas que Dios puede hacer.

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