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INTENTANDO UN RUMBO NUEVO

  • Foto del escritor: estradasilvaj
    estradasilvaj
  • 29 nov 2022
  • 4 Min. de lectura

Tengo unos apuntes de un libro que hace años dejé de escribir el cual había titulado: "El recodo del universo". Pretendía hablar del sueño de Dios de un hombre nuevo.

Quizá a muchos no les interesa, porque los tiempos presentes siguen siendo adversos a lo espiritual, a lo religioso. El materialismo y el consumismo nos tienen cautivos.

Mientras cientos o miles de gentes visitaban las tiendas en el Black Friday, yo me fui al mercado a realizar unas compras. Al regresar, pensaba que mientras la gente se endeudaba o realizaba compras innecesarias o superfluas, el costo de los alimentos en los mercados habían subido estrepitosamente.

No logro entender esa forma de vida de gastar y consumir más en cosas, que quizás aunque se necesiten, se deja de último el pan y otros gastos prioritarios en momentos tan limitados y difíciles.

Pero para bien o para mal, cada persona y familia ordena su vida, a su modo.

Me gustaría compartir algunas reflexiones acerca de ese libro que no estoy seguro de terminar, pero que viene a bien por dos razones:

1. La temporada navideña enclavada en una realidad que tildo de catastrófica por muchas razones que todos conocemos y que en cada país sigue viviendo de manera diferente.

2. A Dios le gustaría que supiéramos acerca de un mundo que no es igual al que pretenden convertir los que creen en el poder, el dinero y la nueva normalidad.

Este segundo aspecto, es un asunto muy extenso y lamentablemente no lo expondré en este artículo.

1. Consumismo versus generosidad.

Ha sido un asunto que varios líderes católicos, ortodoxos, no cristianos y personajes altruistas que han expuesto desde hace casi cincuenta años atrás.

La brecha entre unos pocos que les sobra o poseen mucho es enorme a los que no tienen ni para comer. El desempleo se ha disparado como nunca antes en la historia.

Es una responsabilidad de todos la justicia social y los equilibrios necesarios en una economía que no esclavise a las personas.

Ya hemos visto en varios países las reformas que algunos gobernantes han hecho y pretenden realizar en sus Constituciones, en deterioro de los beneficios sociales, en particular, de la clase trabajadora y pensionados. Eso ha provocado un desequilibrio que ha arrastrados a muchos sectores a disturbios, que han ocasionado millones de pérdidas económicas y muertes. El pueblo como siempre paga los platos rotos de "moros y cristianos".

La Navidad tiene que cambiar. Sí, debiera de hacerlo porque siempre es más de los mismo. Consumir, gastar, llenarse de cosas inútiles...

Debiéramos dar mayor énfasis, importancia a la familia, a la comunidad, a la generosidad.

La generosidad no es dar por dar, sea poco o mucho. En eso no está el verdadero sentido.

La generosidad implica revertir la orientación del consumo, que nos llena de deudas, angustias, insatisfacciones, egoísmo y de un falso cristianismo.

La experiencia de este año donde todos hemos atravesado malos momentos, los cuales no se han ido, debería habernos enseñado a ser más sencillos, cautelosos, ingeniosos y generosos unos con otros.

He leído y estoy tratando de leer, ver, escuchar y analizar muchos documentos y estudios de científicos, escritores, pensadores, investigadores... Es increíble la cantidad de recomendaciones, acuerdos, ideas, sugerencias, propuestas... que se han escrito. Muy pocas han sido tomadas en serio.

Es nuestra responsabilidad que el mundo continúe encaminado hacia caminos equivocados, infértiles, llenos de ocaso.

Precisamente, esta temporada tan bonita de Diciembre debería hacernos meditar seriamente sobre ese rumbo.

Hemos dejado mucho poder en manos de la política, y de personas completamente equivocadas.

Así que se me ocurren algunas pautas para meditar mientras nos acercamos al término del año y en medio de una temporada, donde para el cristiano o no creyente, debería ser un tiempo de cambios hacia un nuevo rumbo.

* Abra su corazón al amor verdadero. Dejé atrás el egoísmo, los vicios, la violencia, el odio, los malos actos. Rompa con ese esquema brutal que no le ayudará a vivir sana, durable y pacíficamente.

* Cambie su escala de valores. La ética debería privar por encima de lo demás, porque ésta no lo hará un mojigato, sino una persona digna, íntegra y confiable. El respeto, la justicia, la honestidad y la paz son excelentes columnas para su escala.

* Viva su fe como un crecimiento personal en el que usted y quienes conviven o se relacionen, descubran que la vida es un don sagrado y un camino que aunque lleno de abrojos, espinas, aves de rapiña y enormes amenazas, alcanzará una corona dada no en esta vida, sino por el mismo Dios, en un cielo y tierra nuevos.

* Abra la puerta de su casa, que Jesús llama cada día. Cierto es, que a veces nos encontramos con harapientos, enfermos, pordioseros, solitarios y personas sin hálito por la vida. No los desprecie. Ayúdalos, escúchalos, y trata de amarlos como Jesús lo hizo con el paralítico, el leproso, la viuda... el fallecido.

* Cree en el poder de la oración. Necesitamos orar, porque no somos autosuficientes; cada vez más nos necesitamos unos de otros. La oración no sólo llevará consuelo y paz a su alma, sino la gran esperanza que todo es posible para quien cree.

* Aprenda a esperar, aún cuando piense que todo está perdido. Es difícil. Pero, si logra esperar con fe y paciencia, seguro que recibirá la bendición y, quizás, mucho más.

Usted puede encontrar muchas otras pautas más y mejores, porque la vida que tenemos entre manos, es mucho más valiosa que el oro, la riqueza, los placeres...

Usted es capaz de encontrar un nuevo rumbo. En ese empeño, lo acompaño con mis plegarias.


 
 
 

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